Capítulo 18

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— ¿Esto era tu disque sorpresa? — y apartó la mano.

— Yo te puedo explicar, no es lo que crees — intentó sujetar su mano, pero ella la apartó rápidamente.

— No me toques — susurró — Me ocultas todo Elians, carajos — desvío su mirada hacia otro lado.

— Por favor yo-

— No me hables. En estos momentos no quiero oírte, hay gente aquí y está la niña — en su voz se notaba enojo y tristeza.

El azabache solo bajó la mirada y desvío su mirada hacia la ventana, sintiendo culpable por todo, pero él sabía que lo había hecho por una razón y era verla feliz, aunque el riesgo sea demasiado.

La pelirrubia mordió su labio de enojo y de esas ganas de llorar que le hacía verse débil cuando recordaba todo. Estaba enojada y triste porque la persona que amaba la había traído a la ciudad que nunca quería volver. Pero ahí estaba, viendo que los altos edificios de la ciudad de New York ya se empezaban a notar cuando más se adentraba a las calles principales de la ciudad.

Nostalgia de recuerdos pasados vinieron a su mente, se tensaba cada vez que lo recordaba y ya las lágrimas caían en sus mejillas silenciosamente. Su pecho se oprimía al recordar a Lucy y a Zoe, recordar el daño que les había hecho Dolly, recordar todo lo que hizo los Agentes cuando los encontraron en ese bosque y cuando fue la última vez que vio a su madre antes de marcharse.

Metida en sus pensamientos, no se había dado cuenta que el azabache estaba limpiando sus mejilla, apretando sus labios para que no empezarán a temblar porque él también tenía miedo al igual que ella, pero Lilly no lo sabía.

La miraba todo el momento, viendo como más lágrimas caían y caían en silencio.

"Pasajeros, ya hemos llegado"

— Lilly...

Tanto el sonido del parlante y la voz del azabache hizo que la pelirrubia reaccionará.

— Annie, ya llegamos — le hablo dulcemente la pelirrubia a su hija, mientras trataba de limpiarse con la manga de su abrigo.

Un poco soñolienta, Annie se levantó mientras frotaba sus ojitos y ver con claridad todo su entorno.

— Pensé que me dormir una eternidad mami.

— Solo fueron unos minutos.

— Uhm, mami ¿por qué parece como que hubieras llorado? — preguntó.

— No pasa mi amor, solo que me entró la emoción de llegar.

— Eso significa que ya has venido acá.

— Si cariño — le sonrió.

— Lilly, debemos bajar.

Lilly solo se levantó con la niña en sus brazos e ignoró completamente al azabache. Elians solo suspiró triste al ver que la pelirrubia le estaba ignorando, pero debía explicarle las razones por la cual tomó esa decisión.

Al bajar del bus y ya teniendo sus maletas a su disposición, empezaron a caminar hasta la salida del terminal. Los dos estaban en silencio mientras Annie balbuceaba una pequeña canción infantil sin notar el ambiente tenso que estaban sus padres.

— Papá, tú dijiste que íbamos a comer helados cuando lleguemos.

— Claro que lo cumpliré pequeña.

Elians se había puesto una gorra y una mascarilla antes de subir al bus, por seguridad. Lilly también se supo sin entender al principio porque debía ponerse, pero ahora ya lo entendía perfectamente.

La debilidad de un psicópata²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora