Capítulo 35

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— Así que... — pasó por su lado — Quisieron jugar un rato ¿eh?

— Usted no es nadie para juzgarme Comandante, solo hacia mis pequeños jueguitos con mi cuchillo. Usted solo fue a interrumpir mi trabajo.

— ¡Maldito desquiciado! — siseó ya enojado — ¡Mataste a dos jóvenes inocente y la otra chica está entre la vida y la muerte! ¿¡Y así llamas a esto como un maldito juego!?

— Oh vamos Comandante, la muerte de alguien ya está escrito, solo estaba dando un empujoncito.

La instante sintió un puño golpear su mejilla, dejándole con un sabor metálico en sus labios y tuvo que pasar la manga para limpiar el rastro de sangre. Adam estaba enojado y con una ira que quería romperle la cara en esos momentos al tipo que tenía allí, interrogandolo.

— ¡Antes de que te parta más la cara, dime ¿Quién es tu maldito jefe? — el sujeto solo rió burlesco e irónico.

— Ay Comandante ¿usted cree que yo sería capaz de decirle quién es mi jefe?

— Mirame bien maldito — lo miró fijamente — Si no me dices ahora quién es tu jefe o jefa, vas a sufrir las consecuencias, y verás que no es nada bonito ser parte del montón más que sufre bajo las garras de los reyes de la prisión. Talves te encuentre con los rostros irreconocible de los excomandantes.

El sujeto borró la sonrisa burlesca y cambio su semblante algo serio, pero que en su interior le entró un poco de pánico al escuchar las últimas palabras del castaño. En ese momento, el castaño sabía que el sujeto estaba con miedo porque nadie querría estar en la prisión sin ser bien recibido por los reyes de los pabellones de la cárcel.

— Así que más te vale decirme ahora mismo todo lo que sabes, porque ya sabes las consecuencias.

— Quiero hablar con el Coronel Park.

Ante la mención del Coronel, el castaño frunció el ceño confundido.

— ¿Para qué?

— Solo quiero hablar con él.

— Que pena decirte que él solo tiene un objetivo y es buscar a los que están involucrados en el caso, pero de allí nada más.

El sujeto apretó fuertemente sus labios al verse entre la espada y la pared, la cual es difícil salir porque ellos lo tenían e iban hacer lo posible para que hablara.

— Decide ahora: El infierno dentro de la prisión o la verdad. Piénsalo bien, se que eres inteligente para esto, porque no querrás ver como lastiman a tu familia si estás aquí — ante eso, el sujeto se preocupó demasiado y su semblante dejaba evidencia de eso — Si decides decir la verdad, tu familia será protegida por la policía y el FBI.

— ¿Cómo saben que nosotros somos los que hemos causado todos esos estragos?

— Por una parte no son tan inteligentes como parecen. Han sido vistos por todas las cámaras de seguridad de la ciudad, aunque hayan querido borrar evidencias de sus apariciones. Sus trajes son tan iguales que es difícil confundirlos — se inclinó hacia él para poder intimidar — Así que decide ahora.

El sujeto tragó en seco y movió sus dedos por debajo de la mesa por los nervios que le estaba ocasionando la situación. Si decía algo, su familia estaría en peligro, pero serían puesto bajo protección por los oficiales y el FBI; pero quería sufrir en una prisión que a su familia.

— Hablaré...

— Bien, te escucho.

***

— ¡Esos malditos idiotas!

Golpeó la mesa varias veces hasta tener sus nudillos rojos y con rastros de sangre mientras maldecía en todos los idiomas ante la gran estupidez que había hecho ellos. La poca paciencia que tenía, se estaba yendo poco a poco mientras seguía golpeando la mesa sin tener la probabilidad de parar.

La debilidad de un psicópata²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora