Algo peor que sentir que tu vida no va para ningún lado es darte cuenta de que todo lo que has vivido hasta ahora ha sido una completa mentira. Soy una mentira que alguien más se ha inventado, y nadie me lo había contado. Por eso, cuando mi madre emerge entre los pinos con una linterna y un abrigo peludo que la hace ver como una loba me echo a llorar entre sus brazos.
—¡Kea! Oh, Kea, pensé que ya era demasiado tarde. —Mi piel se siente extraña bajo el tacto de sus dedos. De todos los irreales sucesos que he tenido que presenciar hoy, este, sin duda alguna, es el más extraño.
—No sé qué está pasando —me hago escuchar entre el llanto—. Y no sé por qué tenía que pasarme a mí.
—Kea, yo...
—¿Cómo me encontraste? —la interrumpo.
—¿Recuerdas cuando la mamá de Shauna nos habló de ese GPS para rastrear el celular? —Pongo los ojos en blanco—. Cuando llegué y vi que no estabas en esa cabaña supuse que habías huido hacia el bosque. Si no te hubiese encontrado creo que...
—¿Al menos eres mi verdadera madre? —Me aparto de sus brazos con la misma brusquedad con la que he lanzado la pregunta.
—¡Pero qué dices, Keana! ¡Claro que soy tu madre!
Saco el monedero del bolsillo de mi sudadera de atletismo y, tras desdoblarla, le enseño la foto que el impostor utilizó para presentarse como mi padre.
—¡Dime que no eres la mujer de la foto! —Extiendo la vieja fotografía a centímetros de su nariz, donde aparece mi madre sosteniendo a dos recién nacidos junto al impostor al que permití entrar en mi vida por más tiempo del que me gustaría aceptar.
—Ese imbécil de Darius... —me arrebata la foto de las manos como si fuese un recuerdo del que se siente avergonzada—. Claro que soy la de la foto, pero ese hombre definitivamente no es tu padre. Yo... te debo una explicación de todo. —Mi madre me toma por el brazo con el cuidado con el que se carga una porcelana y me guía hasta un grueso tronco volcado sobre el que podemos sentarnos.
» Tengo algo que siempre te ha pertenecido. —Del interior de su abrigo saca una pulsera plateada que parece haber sido hecha con estrellas fundidas y la deposita entre el nido que hago con mis manos. «Así que este es el tan solicitado brazalete». Poso mis húmedas pupilas sobre el accesorio de plata: en medio de la prenda se exhibe una esfera azul del tamaño de una canica que contiene la diminuta figura de un ciervo.
—Esta es tu aurora —prosigue—. Para no hacerlo más complejo de lo que ya es, diré que en el interior de este dije se encuentra tu espíritu animal.
—¿Soy un ciervo? —No puedo evitar interrumpirla.
—Sí, esa es la forma en la que se ha manifestado tu alma —me explica—. ¿Qué pasaría si te dijera que pertenecemos a una raza de humanos diferente al resto?
En cualquier otro momento habría hecho una broma sobre su complejo de superioridad, pero este no es cualquier otro momento y estoy muy cansada como para buscarle una explicación lógica a las cosas. Estoy muy cansada de todo como para hacer cualquier cosa, así que me limito a escuchar.
—Provenimos de una raza conocida como "diurnenses", nacida en un mundo ajeno a la Tierra. Aquel mundo lleva el nombre de "Ensueño" y se cree que ha existido desde el inicio de los tiempos; sin embargo, no siempre hubo humanos en un comienzo. —Aunque su relato parece haber sido escrito con polvo de hadas, sus ojos, que son un reflejo de los míos, se mantienen serenos como los pinos que se resisten a danzar ante la noche—. Antes de que el primer humano atravesara aquella barrera onírica, el también nombrado "Mundo de los sueños" pendía de las manos de criaturas mucho más poderosas y antiguas que nosotros.
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Ensueño
Fantasy«¿Tienen los sueños el poder de afectar nuestra realidad?», es lo que no ha dejado de preguntarse Keana desde que sus pesadillas han puesto su vida en riesgo. Rain, un chico al que solo conoce en sueños, parece tener las respuestas que a ella le hac...