6. El tigre blanco

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Aunque muchas veces deseé que estuviera muerta, no sin arrepentirme al instante, nunca pensé que algún día de verdad tendría que verla morir delante de mis ojos, ni siquiera por causas naturales; en cualquiera de los escenarios que había construido en mi cabeza, yo siempre moría antes que ella. 

Sabiendo que una segunda bala podría alcanzarme en cualquier momento, me arrodillo junto al cuerpo de mi madre sin ninguna precaución.

—Mamá, mamá..., resiste —le pido—. Mamá, resiste. Vas a estar bien. Vamos a...

—Keana —me interrumpe con su último aliento—, confía en tu guardián, y cuida a tu hermano... Dile que queda exento de su promesa. Vayan a Ensueño, donde ambos pertenecen. Allá estarán a salvo.

—Mamá...

—Vuela alto, mi Quimera —susurra entre sus pálidos labios que se cierran como un ataúd.

—No voy a dejarte aquí. —Tomo su mano para confirmar lo que ya sabía: se ha ido, ha cruzado el umbral que es invisible para los vivos.

Este es un sentimiento que va mucho más allá de la tristeza. No hay lágrimas ni rabia, solo oscuridad. Una oscuridad fría y vacía, como la que se alimenta de los cadáveres de los barcos que se pudren en las profundidades del océano.

Quizá este era el mensaje de los cuervos de mi último sueño: la muerte me estaba pisando los talones. Y, solo en un día, ya me la he tenido que encontrar tres veces: primero, la muerte simbólica del hombre al que le abrí mi corazón convencida de que era mi padre, al que tuve que enterrar con prisa; después, la noticia de que mi verdadero padre, Aaron, murió antes de que pudiera cargarme en sus brazos, y, ahora, la muerte me obliga a mirarla fijamente a través de los ojos de mi madre.

—Debo admitir que ha sido una escena bastante conmovedora. —Con la silueta de la cabaña a sus espaldas, el impostor de Darius recrea a la perfección el cuadro del cazador que colgaba junto a su colección de animales disecados; en sus manos, la escopeta que me arrebató a mi madre ahora apunta en mi dirección—. Luna merecía un final mucho mejor que este, pero detrás de toda mujer bella e inteligente se esconde un corazón débil. Ese corazón de vidrio le costó el resplandeciente futuro que yo le había prometido... El futuro que nos espera a los atrapasueños. —Comienza a caminar hacia mí como si el suelo no existiese bajo sus pies—. Pero aún no es tarde para ti. Para eso están los padres, para que aprendamos de sus errores; tú puedes ser más inteligente que ella.

El peligro de adentrarte en los jardines de la muerte es que corres el riesgo de perder tu corazón en el camino. Ni siquiera me molesto en ofrecerle una respuesta. Con las llaves en el interior de mi puño, me lanzo hacia la camioneta que se había quedado con las puertas abiertas como un escarabajo que emprende vuelo. Aunque Darius reacciona con agilidad, el segundo disparo apenas logra derribar el retrovisor del lado de la puerta del conductor.

Hace seis meses reprobé mi examen de conducción por casi atropellar a una mujer que apareció de la nada con los brazos llenos de bolsas de mercado. Esta vez espero no fallar. Hundo el acelerador hasta el fondo con los ojos fijos en el arma que me apunta. Ni siquiera me detengo cuando una tercera bala logra agrietar el vidrio blindado. Un alivio desconocido invade mi pecho cuando siento el impacto del hombre sobre la parte delantera de la camioneta. Este no es uno de esos juegos infantiles de "atrápame y corre", aquí gana quien dispare primero.

Siempre supe que mamá llevaba un arma en la guantera, pero solo hasta hoy conocí cuáles eran sus verdaderas razones. Entre mis manos el pesado objeto plateado se siente artificial, como si fuese una invención de un mundo ajeno al nuestro. Aunque, de algún u otro modo, todos estamos familiarizados con las armas —ya sea por el noticiero, una película o algún infortunio—, nadie es consciente de lo que significan hasta que le toca sostener una con sus propios dedos. Haciéndole un homenaje a las series de investigación criminal que tanto me gustan, me aseguro de que la pistola esté cargada; me deshago del seguro y, ante la noche expectante, abandono el vehículo.

EnsueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora