El Panda Rojo es un verdadero desastre. Sienna es la primera en ingresar, con sus cadenas de plata arrastrándose junto a la cola de su abrigo, lista para atravesar gargantas.
—Los estábamos esperando.
Se me ponen los pelos de punta cuando reconozco al hombre que nos da la bienvenida: es el atrapasueños del ojo tatuado al que Rain enfrentó en la cabaña del impostor que se hacía pasar por mi padre, y ganas no me faltan para que se una a su difunto compañero. Debo retener un llanto cuando, entre los escombros del restaurante, me estrello con el rostro de Mama May bañado en lágrimas y, sobre sus regordetas piernas, el cuerpo inmóvil de Fiona.
Sienna produce un bramido que solo podría ser animal y antes de que intente cualquier otra cosa, el guardián águila la retiene con notable esfuerzo.
—¡Esa es la loba, Áureo! —vocifera un atrapasueños un poco más delgado, pero también musculoso, que había ignorado por completo.
—Una loba y un pájaro de un solo tiro —La sonrisa en el rostro del hombre del ojo tatuado elimina cualquier concepto de bondad que hay detrás de aquel gesto.
—¿Y qué hacemos con el resto? —Otro atrapasueños, que parece un muro de piedra, aparece detrás de nosotros. Si Squirrel no había orinado sus pantalones antes, acaba de hacerlo en este momento.
—Podemos usar la energía de sus auroras para aumentar el poder de las que sí necesitamos —responde sin más.
Tarde o temprano iba a pasar: Sienna se libera de Zircon de un codazo y, empuñando sus cadenas, se abalanza sobre el líder de los maleantes. Sin espacio a recuperarse del golpe, el otro guardián, con el bastón en mano, se asegura de cubrirle la espalda a su testaruda compañera.
Con la punta del pie, Julian me acerca una espátula que permanecía oculta entre el polvo. No lo pienso dos veces: tomo el utensilio de madera y, tratando de imitar el movimiento de un jugador de béisbol, clavo un golpe en el rostro del enorme atrapasueños que tengo detrás, pero es como si hubiese intentado hacerle daño con una pluma. Mi hermano contraataca con los restos de vajilla que encuentra en el suelo, pero se hacen polvo tan pronto se estrellan contra la muralla humana, que se esfuerza por contener una carcajada.
Cuando pienso que ya es demasiado tarde para nosotros, Zircon cae del cielo como un ave en picada y clava un golpe en la espalda de nuestro oponente, haciendo que se doble sobre sí mismo.
—Vayan por Fiona —nos ordena. Y eso hacemos. Mientras yo ayudo a levantar al corazón del Panda, Jules carga a la diurnense pelirroja entre sus brazos, y al hurón que se aferra a ella como una cría a su madre.
En medio del local en ruinas, Sienna protagoniza una danza de golpes y destellos junto al líder del clan. Aunque Áureo la supera en fuerza, la guardiana tiene la velocidad a su favor. Verla luchar con sus cadenas es todo un espectáculo; con apenas un par de movimientos, logra inmovilizar las extremidades del atrapasueños.
—¡Rhyno, utiliza tu aurora! —vocifera después de verse acorralado.
Rhyno, quien resulta ser el hombre gigante, se deja caer de rodillas en medio del combate que sostenía con Zircon y, como si fuera posible, entre una serie de gruñidos bestiales comienza a hacerse más grande: el uniforme de brujo se hace añicos alrededor de sus fuertes brazos y piernas; poco a poco, su piel se tiñe del color de la roca y dos descomunales cuernos de hueso empiezan a emerger de su desfigurado rostro. Un rinoceronte, no entiendo cómo no pude haberlo previsto.
—¿Cómo carajos...? —balbucea Zircon mientras, sin perder su estilo, esquiva una primera embestida de la imponente bestia.
Sin soltar el brazo de Mama May, mi hermano y yo aprovechamos la cortina de humo para escabullirnos por el espiral de escaleras hacia los cuartos.
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Ensueño
Fantasy«¿Tienen los sueños el poder de afectar nuestra realidad?», es lo que no ha dejado de preguntarse Keana desde que sus pesadillas han puesto su vida en riesgo. Rain, un chico al que solo conoce en sueños, parece tener las respuestas que a ella le hac...