Capítulo 16: Todo lo que mereces✅

72 8 6
                                    

La emoción por la noticia había hecho su efecto junto con los síntomas habituales de su estado que ahora serían por dos. Supo que había dormido por largo rato cuando miró el reloj, encontrando también un mensaje de su marido avisándole de que había salido para buscar a Puntito y a Purpurina que estaban al cuidado de su hermana.

Se incorporó, apoyando la espalda en el cabecero de la cama y colocó las manos sobre su vientre que todavía no dejaba ver evidencia alguna de que volvía a tener vida dentro de ella. Porque seguía sin poder creerlo. Sin asimilar que iba a ser madre otra vez y que lo sería de dos bebés al mismo tiempo. Un cúmulo de emociones se agolparon en su pecho al escuchar a la doctora, pero había deseado tanto tener otro hijo que la vida la premiaba doblemente.

—Mamiiiii —gritó una vocecita dulce que conocía muy bien—. Mamiiii.

—En el cuarto, hijo —le indicó Alonso.

Escuchó sus pasos rápidos por las escaleras junto con el inconfundible sonido de las patitas de Purpurina y fueron segundos los que tardó en verlo correr hacia la cama, subiéndose sin ayuda alguna y lanzarse a abrazarla como si hiciera días que no la viera.

—Hola, mi Puntito —Besó sus cachetes cuando lo tuvo entre sus brazos, recolocando su cabello rubio para ver ese par de azules que tanto amaba—. ¿Cómo la pasaste con Nico? ¿Jugaron?

—Shi, muto. Cimos toles gandes y calelas.

—¿De autos? —Su hijo asintió, mostrándole sus pequeños dientecitos—¿Y extrañaste a mamá? —Volvió a asentir y lo apretó un poco más entre sus brazos hasta que los ladridos de su hija mayor la obligaron a ponerle atención—. Hola, bebé. ¿Cómo la pasaste? ¿Cuidaste de tu hermano y de Nicolás?

—Nuestro hijo es un ángel, pero cuando se une a tu sobrino es imposible manejarlos —habló Alonso entrando a la habitación—. Ni siquiera puedes imaginarte cómo estaba la casa de Alicia. Tardamos en regresar porque tuve que esperar a que recogieran el desorden.

—¿Te portaste mal con la tía Alicia?

—Ño, mami, pometo —aseguró, mirándola con esos ojitos a los que le era imposible no creer—. Titi Ali dio pemiso.

—¿Seguro? —Miguel movió su cabeza arriba y abajo y Alonso le sonrió, afirmándole algo que ella ya sabía. Lo sabía porque, a pesar de que estando con Nicolás se convertían en un peligro, los dos eran responsables y nunca hacían más que un poco de desorden—. Mi amor, papá y yo tenemos que contarte algo.

—¿Qué, mami?

—Hoy vimos a tu hermanito —respondió Alonso—, el que está en la panza de mamá.

—¿Aquí? —Con su dedo índice, señaló su abdomen y ella asintió—Manito bebé.

—Sí, vas a tener un hermanito bebé. ¿Te gusta la idea?

Lo miró con atención cuando se incorporó y se sentó sobre sus piernas, colocando su pequeña mano sobre su vientre. Lo sintió pensar, viendo con atención su piel antes de mirar a su padre que le sonrió logrando que él también curvara sus labios en una hermosa sonrisa.

—¿Viene bebé? ¿Hola? —preguntó, mirando a Alonso.

—No, todavía no. Mira —Lo alzó de sus piernas para acomodarlo sobre las de él, tomando su teléfono y buscando entre cientos de fotografías hasta encontrar una de ella cuando estaba embarazada de Miguel—, ¿sabes quién estaba ahí?

—Utito y mami.

—Pues cuando mamá tenga la barriga como en esta foto, llegará tu hermanito.

Las hormonas actuaron de inmediato, cristalizando sus ojos cuando vio cómo su hijo miraba su vientre y le sonreía y asentía a su padre comprendiendo lo que acababa de explicarle.

Eterna Tentación #BilogíaTentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora