Sin dejar de lado su cámara, aprovechó la espera para documentar un momento más en ese "diario" que estaba creando para sus hijos. Les habló de qué hacía en ese momento y dónde se encontraba: el hospital. Ese día tenía un nuevo chequeo de rutina y la doctora ya la había atendido, realizándole todas las preguntas que hacía en cada visita y explicándoles detalles que debían conocer porque, aunque ya lo hubiera vivido una vez, ese embarazo era completamente diferente.
Enfocó a su esposo para que saludara, que estaba apoyado en la pared con los brazos cruzados mientras ella esperaba recostada en la camilla con el abdomen al descubierto. También se grabó el vientre, mostrándoles cómo ya era evidente que estaban creciendo dentro de ella.
—Disculpen la espera —dijo Andrea Rincón, la doctora, al reunirse en la sala con ellos de nuevo—, pero debía atender a esa paciente.
—Espero que no sea nada grave —deseó, entregándole la cámara a Alonso cuando Andrea se sentó junto a ella y comenzó a preparar los aparatos.
—No, en lo absoluto. Como mamás que somos, nos preocupamos y a veces lo hacemos en exceso, sobre todo cuando somos primerizas.
Asintió, de acuerdo con su afirmación, y esperó pacientemente a que la doctora comenzara con la ecografía. Puso el gel sobre su vientre y pronto pudo ver a sus dos hijos en la pantalla, mucho más grandes de como los recordaba de la última vez.
—Bien, Regina, debo decirte que todo sigue perfectamente bien —afirmó la doctora, haciéndola esbozar una sonrisa de alivio que también vio en su esposo—. Ambos bebés crecen conforme a su tiempo de gestación, perfectamente colocados y sin ningún problema evidente. Escuchemos sus corazones.
Dos latidos empezaron a retumbar, acelerando también el ritmo de su corazón que parecía desbocarse de la emoción. Alonso apretó su mano, sin dejar de mirar la pantalla.
—Doctora, ¿cuándo podremos saber el sexo? —preguntó ansiosa.
—Bueno, Regina, apenas estás por entrar en la semana trece de tu embarazo, por lo tanto, es algo precipitado tratar de ver el sexo de los bebés.
—Yo había leído que es posible —se desanimó, sintiendo que el labio le temblaba y los ojos comenzaban a llenársele de lágrimas—. Pensé que ya podría decirnos algo.
—Podría, pero no quisiera decirles algo que después no resulte e ilusionarlos en vano.
—Tesoro, podemos esperar un poco más —le recordó Alonso, sonriéndole cuando tuvo que pasar su dedo por el contorno de sus ojos para limpiar un par de lágrimas que se resbalaban—. No se imagina cuán sensible la tiene este embarazo —le explicó a la doctora que sonrió asintiendo—. Serán solo unas semanas, Regina.
—Es demasiado tiempo —se quejó, limpiándose el vientre ahora con enojo—. Me ilusioné creyendo que hoy podríamos descubrirlo.
—Si lo desean, hay otra forma en la que no tendrían que esperar más que un par de días —sugirió Andrea, llamando su atención de inmediato—. Tiene un margen de error, por supuesto, pero es mucho más fiable que lo que yo les pueda decir ahora mediante una ecografía.
—¿Y qué debemos hacer? —se apresuró a preguntar—¿Podemos hacerla aquí o dónde tenemos que ir?
—Puedo realizártela aquí —respondió la doctora, riendo—. Es a través de un análisis de sangre. Ya que te tomamos muestras, puedo dar la orden para que incluyan los resultados del sexo de los bebés.
—Sí, por favor. Quiero saberlo —insistió, sintiendo una corriente de felicidad que sustituía de inmediato a las lágrimas de un momento antes. Miró a Alonso, que se encontraba tras ella—. Porque estás de acuerdo, amorcito. ¿Cierto que sí? No puedes negarte.
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Eterna Tentación #BilogíaTentación
RomanceLuego de cerrar el caso que los unió, Regina y Alonso deciden instalarse en Ciudad de México para iniciar una nueva etapa en sus vidas. Felices, tranquilos y llenos de trabajo, disfrutan cada momento y cada día junto a su hijo. Ese pequeño que es el...