Capítulo 41: Una mujer soltera y sin hijos✅

34 7 31
                                    

Llegó a Madrid siendo apenas las doce de la mañana, por lo que no podría hablar con sus hijos hasta por la tarde. Al ser fin de semana, no dudaba que aprovecharan hasta el último minuto para dormir. Escuchó las notas de voz y los mensajes que tenía cuando bajó del avión donde su Puntito le daba las buenas noches y escuchando de fondo las risas y balbuceos de sus hijas y los ladridos de Purpurina.

Mientras esperaba por su maleta, repitió hasta el cansancio esos audios porque esos días tan lejos de sus bebés iban a ser una auténtica tortura. Pero era necesario. Aunque había tratado de posponerlo todo lo posible, debía estar presente en la rueda de prensa que darían por el comienzo del programa que grabó mientras estaba embarazada. No faltaba mucho para que lo emitieran en televisión y, como siempre, los medios eran la mejor opción para despertar el interés de los espectadores.

Sus hijos cada día estaban más grandes y saludables. Mar y Lucrecia iban camino de cumplir los nueve meses de nacidas y ya no había quien las detuviera. Comenzaron a gatear un mes atrás y tenían que tener mil ojos, sobre todo con Mar, porque no paraban quietas un minuto. Purpurina no las dejaba solas ni un momento y los alertaba cuando alguna de ellas decidía investigar cómo escapar del corralito que les habían dispuesto en la sala. Y Miguel... su Puntito se estaba convirtiendo en todo un hombrecito que había entrado a su primer curso escolar como el mejor y más valiente de los alumnos. En varias ocasiones, la maestra los había felicitado alegando que su hijo era, no solo educado, sino comprensivo y muy empático con sus compañeros a los que ayudaba en todo lo que podía sin pensarlo dos veces.

—¡Regina! ¡Regina, por favor, danos un minuto! —La prensa apareció de repente y sostuvo la maleta con fuerza, agradeciendo que Alberto fuera tan precavido y le hubiera proporcionado una escolta que la acompañaría hasta su casa.

—Esta vez llegas sola a Madrid, Regina, ¿dónde dejaste a tu esposo y tus hijos? Hay rumores de una separación.

—Falsos rumores —aclaró ella, aunque sin dejar de caminar y tratando de esconderse lo mejor posible bajo las enormes gafas de sol que llevaba, aunque ya fuera noviembre y Madrid la recibía con temperaturas muy bajas.

—¿Hay algún nuevo proyecto? ¿Tienes planeado quedarte por tiempo indefinido?

—Les agradezco que haya venido, pero fue un viaje largo y quiero llegar a casa —los evadió, aunque continuaran insistiendo—. No hagan caso de rumores, ya se los había dicho otras veces. Solo vine unos días por asuntos profesionales y regresaré a México con mi familia lo antes posible.

—¡Regina! ¡Regina, por favor!

—Gracias a todos. Que tengan un buen día —les deseó, subiendo al coche y respirando al fin tranquila.

Disfrutó de las vistas de la ciudad mientras el auto recorría las calles. No podía negar que había echado de menos estar allí, el ambiente, la gente... Pero tampoco cambiaría la vida que llevaba en Ciudad de México.

Afortunadamente, la ubicación de su casa en Madrid continuaba siendo un secreto y pudieron llegar sin problema alguno. El chofer se estacionó en la entrada y la ayudó con la maleta, deseándole un buen día antes de retirarse y dejarla a solas. Al mirar su casa, sintió ganas de echarse a llorar porque, así solo fueran unos días, ese lugar no se iba a sentir igual sin Alonso y los niños.

Se deshizo de los zapatos y el abrigo nada más entró y dejó la maleta a un lado. Sus compromisos no comenzaban hasta la noche, por lo que tenía el tiempo suficiente para darse un baño relajante y dormir un poco antes de llegaran las estilistas que la arreglarían para el evento. 

Avanzó por el pasillo en dirección a su cuarto, aunque se detuvo de golpe al escuchar unos ruidos que provenían de otra de las habitaciones. Revisó primero la de Miguel y después la de sus hijas, pero era imposible que nadie estuviera ahí. Sacudió la cabeza y decidió pensar que era su imaginación, aunque al salir de nuevo al pasillo los ruidos se intensificaron. Escuchó unas risas y enseguida un jadeo acompañado de susurros. 

Eterna Tentación #BilogíaTentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora