Capítulo 22: Soy un hombre casado ✅

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Miró de nuevo todas las notas adhesivas con los datos recolectados y frunció el ceño, colocando las manos en las caderas, en jarras, y la desilusión regresó al entender que no podía avanzar sin la maldita contraseña en la que llevaba pensando por casi una semana y que no había logrado descifrar.

No le fue difícil comenzar su propia investigación, sola y sin la ayuda de nadie. Había escogido el espejo de su vestidor para colocar todas las notas, una por una, haciendo un gran mapa para poder tener a simple vista toda la información. Sabía que Alonso podía entrar en la habitación, pero que jamás lo haría en su vestidor porque lo consideraría una invasión a su intimidad.

Inició buscando entre los eventos a los que había asistido Alison en los últimos seis meses, fecha que era apenas unas semanas antes de la primera visita a Alonso en la agencia para solicitar sus servicios. No le llevó más de unas horas, las cuales había restado a su descanso nocturno, encontrar su asistencia a eventos ocurridos en Ciudad de México para después compararlos a los que había asistido Regina acompañada de su esposo.

Y descubrió que no había sido una vez, sino varias, las que Alison Baker había asistido en nombre de su padre al mismo lugar que sus mejores amigos. Ahí fue que entendió la similitud con el caso de su amiga y que había comenzado de la misma forma, aunque tenía un gran problema, el mayor de todos: necesitaba el expediente. Ella había sido testigo, sabía la historia y todo lo sucedido de primera mano porque incluso ella se había visto involucrada, pero no conocía con exactitud todos los detalles y los necesitaba. Le urgía poder comparar el caso de Alison, del que tenía todos los datos gracias a las fotos que había tomado de los documentos, con el de Regina para confirmar que ellas tenían razón y encontrar la forma de demostrárselo al tonto esposo de su amiga.

—Tocará pasar a métodos que puedan resultar más evidentes, Fernanda —habló en voz alta, con su propio reflejo—. Pero tú puedes hacerlo. Recuérdalo —se dijo, apuntándose con el dedo índice—. Recuerda que lo estás haciendo por Regis, tu mejor amiga, y por tus sobrinos. No vamos a permitir que una niña loca rompa la familia que tanto les costó formar.


Podía ver la fascinación en el rostro de su mejor amiga mientras le mostraba por videollamada la particular forma que había encontrado de recoger toda la información en un solo lugar. Le explicó con detalle cómo había hecho para conseguir el expediente del caso y le tocó esperar por varios minutos para que dejara de reír, alegando al terminar que era imposible que Alonso hubiese creído semejante excusa.

Le pidió seriedad y continuó su explicación, la forma en que entendió que debía comenzar por el lugar común en el que Alison pudo conocer a Alonso y cómo, al encontrarlo, le tocó pasar varios días descartando eventos hasta dar con el correcto.

—Entonces yo tenía razón —dijo, orgullosa—. Esa niña está loca y no tiene un acosador como afirma ¡ella es la acosadora de mi marido!

—En pocas palabras, parece ser que sí —afirmó, sentándose en el suelo frente al espejo, con las piernas cruzadas y colocando el móvil de forma que no tuviera que estar sosteniéndolo—. Pero todavía no tengo pruebas que no dejen dudas de que es verdad y no puedo acusarla sin ellas.

—¿Y ya sabes cómo las vas a conseguir?

—Sí, aunque ahí está el problema que no me ha dejado avanzar —suspiró.

—¿Por qué? ¿Qué necesitas?

—El expediente de tu caso —respondió, viendo cómo su mejor amiga fruncía el ceño—. Ay, Regis, no pongas esa cara. Lo necesito para comparar pruebas, testimonios, los pasos y el orden que siguió tu acosador... Si compruebo que es el mismo método, solo tendré que ponerle una trampa para que falle y poder atraparla para que Alonso se dé cuenta de todo.

Eterna Tentación #BilogíaTentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora