Capítulo 38: Una decisión muy importante✅

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Las semanas pasaron tan rápido que apenas podía creer que sus hijas ya hubiesen cumplido su cuarto mes de nacidas. Cada vez que las miraba, sentía un profundo orgullo y no podía disimular la sonrisa que se dibujaba en su rostro. No había sido fácil al inicio, debía reconocerlo, pero ahora ya se había acostumbrado a ser mamá de tres y ese rol no podría cambiarlo por nada.

Lu y Mar eran tan idénticas a ella físicamente que no podía dejar de presumirlo cuando alguien se lo recordaba. Las dos habían sacado su cabello y sus ojos castaños. Tenían sus rasgos y la forma de su boca y sus largas y hermosas pestañas. Aunque ya iba siendo evidente que cada una tenía su personalidad propia. Lucrecia era más calmada que su hermana, pero les había enseñado que iba a tener un fuerte carácter cuando algo no le salía como deseaba. Porque, cuando su hija tenía hambre, no había poder humano que la hiciera dejar de llorar si no hasta obtener su alimento. Mar, sin embargo, les demostraba cada día que iba a ser curiosa e inquieta, lo era desde el día que nació. Ahora, las dos ya sostenían su cabeza cuando estaba tumbadas boca abajo y era a Mar a quien no podían perder de vista porque tomaba cualquier cosa que tuviera a su alcance.

—¡Detente ahí, Puntito! —ordenó en una voz, viendo cómo su hijo caminaba hacia el agua en compañía de Purpurina sin intención de quedarse donde ella le había dicho que tenía permitido. Lo vio girarse, esbozando la amplia sonrisa que había sacado de su padre y que, últimamente, usaba cuando hacía alguna travesura y no quería que lo regañase—. ¿Qué dijo mamá? No puedes avanzar más de ahí.

—Mami, pelo quelo nadal en el mal —Señaló el agua, haciendo un puchero. Su bebé ya estaba dejando de serlo y, más rápido de lo que ella hubiera deseado, comenzaba a ser un pequeño hombrecito—. Mami, ven. Vamo a nadal.

—Mami no puede dejar solas a las bebés, mi amor —Estiró sus brazos hacia él y lo vio correr para sentarse en su regazo. Besó sus mejillas y le acomodó un poco ese cabello rubio y rebelde que ahora tenía totalmente mojado—. Juega con tu hermana mientras viene papá ¿sí? Y ahora él te acompaña a nadar.

—Eta bien —aceptó, sin hacer objeción. En esa ocasión, habían decidido darle unos días de descanso a Emilia y hacer esa escapada sin ella, por lo que se les hacía mucho más complicado vigilar a su hijo mayor, que no paraba un segundo, sin perder de vista a las niñas—. Mal. Vamo a jugal, Mal.

Como si algo la hubiera sacudido, su hija, que estaba tumbada sobre una toalla, alzó la cabeza mirando en todas direcciones en busca de su hermano. Lucrecia dormía tranquila, acostada en su sillita bajo la sombrilla que Alonso les había colocado en la arena para que el sol no les pegara, pero Mar... Esa niña parecía tener energías para todos y adoraba a su hermano. Las dos reconocían su voz apenas la escuchaban y enloquecían, chillando y balbuceando, cada vez que Miguel se les acercaba y las incluía en sus juegos.

Su teléfono sonó y, sin desviar la atención de sus hijos, lo tomó y comprobó que era un mensaje de su hermana Alicia al que acompañaba un archivo de video. Lo abrió y leyó el mensaje:

Alicia: 

¡Tu sobrina ya sonríe! Todo con ella va perfecto y podrás conocerla en unas semanas, hermanita.

Abrió el archivo de video y pudo observar la ecografía en 4D que Alicia se había realizado el día anterior. En ella se podía ver perfectamente a su sobrina, porque sí ¡iba a ser tía de una niña! Cuando vio su sonrisa, el corazón se le aceleró y no pudo controlarse ni aguantar que varias lágrimas escaparan de sus ojos. Faltaban menos de dos meses para que viniera al mundo y ella estaba al otro lado del océano y no iba a tener la suerte de ser la primera en conocerla como sí lo hizo con Nicolás.

Repitió varias veces el video y escribió una respuesta:

Regina:

¡Tan hermosa como su tía!

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