Capítulo 19: Al borde de un precipicio ✅

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Pasadas ya las cuatro de la madrugada, conducía de regreso a casa. Luego de encontrar a Alison Baker encerrada en su habitación, una ambulancia llegó para atenderla y controlar el estado de nervios en el que se encontraba mientras él se encargaba de hablar con el resto de los agentes que lo habían acompañado y que aseguraban que el acosador había escapado antes de que ellos llegaran.

Recogieron pruebas, huellas, testimonios... Revisaron los alrededores, probando suerte, pero no obtuvieron resultado alguno y no había más testigo que la propia Alison que no logró darles demasiados detalles de lo ocurrido.

Les entregó un par de anónimos que había recibido esa misma tarde y les relató, aún nerviosa, lo sucedido. Que apenas tuvo tiempo de correr a esconderse cuando una piedra había impactado contra la cristalera de la sala de estar y una persona, vestida de negro, había entrado en su casa. Se fijó que tenía un par de golpes en el rostro, consecuencia, según ella, del forcejeo que tuvo con su atacante y que provocó también el desorden de la casa. Finalmente, dijo que logró escapar corriendo escaleras arriba hasta encerrarse en su habitación y lograr llamarlo.

Abrió la puerta con mucho sigilo, sin querer despertar a nadie, pero escuchando el inconfundible sonido de las patas de Purpurina bajando la escalera para recibirlo.

—Shh. No hagas escándalo, hija, regresa a la cama —ordenó, siguiéndola cuando obedeció y subió de nuevo, ingresando al cuarto de su hijo que estaba plácidamente dormido.

Continuó hasta llegar a su cuarto, sin encender luz alguna para no despertar a su esposa que también parecía dormir profunda y tranquila. Ingresó en el vestidor para deshacerse de la ropa y dio un salto del susto cuando volvió a la habitación y la encontró despierta y sentada en la cama con los brazos cruzados con un enojo más que evidente reflejado en su expresión.

—Pensé que dormías.

—¡Pues no! —replicó con molestia—¿Acaso pensaste que podría dormir mientras estabas por ahí?

—Era una urgencia, Regina. El acosador de Alison Baker entró en su casa y...

—¡No quiero saberlo! No me interesa nada de lo que tenga que ver con esa señorita —lo calló, molesta.

—Está bien —Se metió en la cama e intentó acercarse, pero de inmediato ella se acostó de espaldas a él—. Regina...

—Apaga la luz, Alonso, que estoy cansada y con sueño.

Unos segundos después, fue ella misma quien se estiró y apagó la luz, retirándose cuando él se metió bajo las sábanas sin darle opción de acercársele.

Al despertar unas horas después, Regina ya no se encontraba a su lado. Se dio una ducha rápida y se vistió, escuchando las risas de su esposa y su hijo que lo guiaron hasta la cocina. Los observó desde la puerta: ambos estaban sentados en la mesa comiendo unos pancakes que tenían una pinta deliciosa.

—Buenos días —saludó, acercándose para besar la frente de su hijo y dejando escapar un suspiro cuando Regina ladeó su rostro para evitar el beso que quiso darle—. Qué rico desayuno, hijo. ¿Qué es?

—Pa... pa...

—Pancakes —lo ayudó su madre.

—Pakeis —repitió, aunque a su modo—. Pueba, papi —Le ofreció, casi obligándolo a comerse el pedazo que le daba.

—Muy ricos —afirmó, sirviéndose una taza de café.

—Mala suerte la tuya que no hay más —habló su mujer, sarcástica, mientras se terminaba el último—. Quizá, de no haber trasnochado, podrías haber despertado antes y probarlos.

Eterna Tentación #BilogíaTentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora