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Era obvio que desde aquel día en que ambos chicos pudieron compartir de una forma distinta y más cómoda en la casa de Katsuki que esos encontrones no iban a ceder. Afortunadamente para ambos los padres de Katsuki solían trabajar extensas jornadas, por lo que no era un problema para Izuku escabullirse en la acomodada casa sólo para ver a su amado chico.

Y para coger, obvio, pues Katsuki sólo deseaba una cosa de Izuku, y aquello no trascendía más allá de su trasero.

Pero es innegable que la relación entre ambos se fortaleció con el tiempo. Izuku con el pasar de los días ha podido incluso ganarse la confianza y comodidad como para besarle por iniciativa propia y Katsuki no es quien para negarle algo a esos grandes ojos que tanto le atrapan.

En la universidad no solían verse casi, sólo en circunstancias extremadamente desesperadas, como por ejemplo cuándo en época de exámenes Izuku le pidió a Katsuki encontrarse en los baños sólo para distraerse de la ansiedad que le traían sus trabajos pendientes. O cuándo Katsuki le pidió que se quedara después de los entrenamientos del club después de una semana entera sin poder verse.

Pero ya no era lo mismo coger en la universidad, ambos ya se habían acostumbrado a las comodidades que les traía juntarse en la intimidad de la casa de los Bakugo; ahí no era necesario para el rubio cubrir la boca de Izuku con su palma cada vez que empujaba sus caderas a sus espaldas, tampoco tenían que apresurarse bajo la premisa de ser sorprendidos en medio del sexo. En casa de Katsuki si se les antojaba podían hasta coger en la bañera sin problemas, no había inconvenientes mientras no hubiese gente y a estas alturas no es ningún secreto entre los dos cuánto Katsuki adora escuchar la quebradiza voz de Izuku romperse entre gemido y gemido.

A Izuku la dinámica entre ambos le encanta; es cierto que desearía poder pasar más tiempo con él fuera de la cama, pero sigue con la idea de que un romance secreto es lo más de en sueño que le ha ocurrido, en especial si es con Katsuki; literal el epítome de la belleza masculina. Siente que incluso su ansiedad social ha disminuido; de alguna forma tener a Katsuki inserto en su rutina le hace sentir bien, seguro.

Ya no siente esa enfermiza necesidad de seguirle o de mirarlo 24/7 en la universidad, ahora le ve como alguien accesible, que con sólo un mensaje de texto puede tener a su lado.

Algo que le ha sorprendido últimamente es lo dócil que el rubio es, y parece incluso contradictorio al verlo por los pasillos de la universidad o en entrenamiento tan machote y alfa alrededor de sus amigos; pero últimamente nada le negaba, de hecho Izuku no tenía que pedirle nada, Katsuki por iniciativa propia después del sexo lo consentía.

Izuku nunca pensó que el rubio sería tan dulce.

Katsuki desde su perspectiva sentía la necesidad de retribuirle a Izuku el maltrato en la cama, pues sus revolcones solían ser muy violentos desde la primera vez que Izuku fue a su casa. Izuku era alguien retorcido y ya claro estaba, absolutamente nunca el pecoso ha utilizado la palabra de seguridad, a pesar de lo duro que Katsuki suele tratar con él entre las sábanas. Es degradante, pero al pecoso pareciera gustarle así y Katsuki mentiría si dijese lo contrario.

Aquello es lo que hace que Katsuki se sienta en deuda, pues antes de Izuku no acostumbraba a que las cosas fueran así. Ahora usualmente cogían y luego el rubio se ocupaba de cuidarle. Lo limpiaba, le preparaba un baño y últimamente acostumbraba a pedir comida para que Izuku recuperase energía.

Ya era casi rutinario, con la pequeña diferencia de que la cercanía entre los dos chicos ahora era más estrecha. Katsuki después del sexo era suave con el pecoso, lo trataba con gentileza; acariciaba su cabello y a ratos besaba la piel de su cuello que antes había sido estrangulada por sus mismas manos, sin una pizca de compasión.

Chico Bonito // BKDKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora