-19.2-

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Sin duda alguna la noche en el hospital fue difícil. Sero se negó a dejar sólo a Katsuki, pues estaba preocupado y no podía evitar sentirse algo comprometido con la situación de igual forma. Esto lo habían vivido juntos, no dejaría a Katsuki atormentarse. Su amigo se ve débil, él no es quien para dejarle sólo.

Mitsuki y Masaru no tardaron mucho en pedirle señales de vida a su hijo y a pesar de que Sero intentó cubrirle lo mejor que pudo tarde o temprano llegaría el momento en que tuviesen que enterarse. Izuku ya llevaba su segundo día en el hospital y las cosas no cambiaban, todo seguía igual, todo era incertidumbre.

Todo era blanco, antiséptico, frío, detestable, aterrador.

Katsuki siente su estómago pesado después de fumar sin cansancio los cigarrillos de Sero y alimentarse de tan sólo baratas botanas de la cafetería del hospital, la verdad es que ni siquiera tenía hambre, sólo no quería fatigarse. Tenía que estar atento, Izuku despertaría en cualquier momento; así sería.

Estaba muy seguro de eso, pero al tercer día ya era algo más complejo mantener su juicio en pie. Los padres de Katsuki estaban devastados al oír la noticia aquella madrugada, ¿Cómo había ocurrido algo así? El pequeño Izuku de ojos brillantes y pestañas largas había intentado morir y la íntima amiga de la pareja, la dulce y siempre agradable Inko ya no estaba en este mundo. Había dejado sólo a su hijo, que aún luchaba por su vida.

Era desgarrador, pero Katsuki se sentía un poco más acompañado ahora que sus padres le apoyaban desde atrás.

Katsuki le confesó todo a sus padres en un patético intento por expiar sus pecados. Les comentó que Izuku era un raro, que él siempre lo ignoró pero que gracias a el destino terminaron enredándose en un retorcido acuerdo sexual. Les contó cómo es que un tremendo malentendido sentimental terminó ocasionando este fatal resultado. Habló del pasado de Izuku con Sho Mutsuko y sobre el insano amor que había llevado a Izuku a atentar contra su propia vida.

¿Las cosas hubiesen cambiado si hubiese logrado amarlo?

El rubio no recuerda cuándo fue la ultima vez que lloró abrazado a su madre, pero en las largas jornadas en el hospital era imposible no hacerlo; necesitaba contención, estaba desmoronándose y la dura imagen de Izuku cubierto en sangre no le ayudaba. Nunca olvidará la gélida sensación que le recorrió la espina una vez le sacó la bañera y apretó desesperadamente la carne abierta casi colgando del lesionado brazo. El peso muerto, la sangre, la humedad, los azulejos blancos.

Había sido una experiencia traumática, tanto para el rubio como para Hanta, quien si bien lo afrontaba mucho mejor también había estado teniendo pesadillas con el lindo chico de rizos y la mujer de cabello lacio que había dejado morir indirectamente. Nunca se lo perdonaría.

Sero en un desesperado intento de contribución a los horrendos hechos se ocupó de los asuntos legales y la denuncia contra Sho Mutsuko con la ayuda del buffet penalista de sus padres. Mitsuki y Masaru tomaron la curaduría de Izuku para ocuparse de los gastos en el hospital, así la información médica del adorable chico casi muerto llegaría directamente a la familia de los Bakugo.

Katsuki no quería saber nada de la denuncia contra Sho y Sero lo respetaba, estaba haciendo las cosas por su cuenta después de todo. El rubio sólo se levantaba por las mañanas para pasar la tarde en el hospital, pero nunca entró a verle, no quiso, se negó.

Sólo le verá si es que despierta, no antes, no podría soportarlo.

La culpa le carcome, se ha torturado noches enteras pensando en qué hizo tan mal como para llegar a esto. Tuvo que haberle cuidado, no debería haberle dejado sólo, debería haberlo sacado de su casa, quizás ni siquiera debería haberse involucrado con el pecoso; sólo le había ocasionado dolor.

Chico Bonito // BKDKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora