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Izuku despierta entre unos brazos a los que no está acostumbrado. La cama se le hace un poco más grande de lo común y su cuerpo se siente más pequeño, más insignificante que nunca entre esas sábanas que se rehúsa a cambiar. Aún huele el caro perfume de Katsuki en ellas, aún logra ver uno que otro cabello platinado en la almohada de él. Su estómago duele, ¿Cuántos días han pasado? ¿Dos? ¿Cinco? ¿Una semana? Le extraña.

Ni siquiera ha tomado sus medicamentos, en el trabajo se ha vuelto un cretino insoportable y en casa sólo está la razón de su tormento. El recuerdo de Katsuki reemplazado con una melena castaña y mejillas regordetas que se limitan a recibirle con una gran sonrisa y con palabras alentadoras.

Todo estará bien, tu no tienes la culpa.

Ochako le ha acompañado, no le ha dejado sólo. Aoyama intentó acompañarle estos días, pero el francés no soportó estar un segundo más en esa casa. Ochako quiere a Izuku sólo para él y es evidente ante la vista del rubio modelo, pero ha notado que su amigo está igual de cegado que ella. No siente poder ayudar, así que sólo se va. No es quien para salvar a alguien que no desea ser salvado.

Izuku se siente más solo que nunca. Izuku se siente miserable y a la vez está enojado. Demasiado molesto y dolido con Katsuki para pensar con claridad. Los sentimientos de amor manchados de odio le confunden, le extraña demasiado, tanto que duele. Los brazos de Ochako no le contienen como los de Katsuki, no es suficiente, necesita más, lo necesita a él.

Pero se ha ido, le ha abandonado y le ha dejado sólo en esa gran casa. Así que después de llorar junto a su móvil y de conversar con Sero deja de llamarle. No va a conseguir nada así, Sero se lo dijo; Katsuki está intentando sanar. El debería intentar lo mismo, pero no está acostumbrado a esto, no sabe estar sólo, no sabe valerse por si mismo.

Como si fuese la única fuente de agua en un eterno desierto Ochako aparece con palabras de consuelo, cariño incondicional y una justificación para cada uno de sus egoístas actos. Pareciera brindarle todo lo que podría necesitar, pero no es suficiente.

Los días se hacen eternos, sus pensamientos oscilan al borde del frenesí. La castaña hace lo que puede por ayudarlo y en el fondo Izuku lo agradece. Al pasar el tiempo comienza a aferrarse a ella de una forma casi enfermiza, pero Ochako lo permite.

Todo es culpa de Katsuki, ¿por qué le abandonó así? ¿por qué no lo ha contactado para arreglar las cosas? No tiene sentido, se supone que le amaba. ¿acaso fue una mentira?

Llega un punto donde Izuku no sabe bien que pensar, no sabe realmente como ocurrieron las cosas y la castaña pareciera sugerir que todo ha sido culpa del rubio.

Que egoísta, que cruel es.

El cruel Katsuki no le merece, Izuku se merece a alguien mejor, alguien que realmente se preocupe por él, que lo cuide y que jamás le contradiga. Alguien como ella, como Ochako.

...

Una habitación oscura, sólo con un colchón de un cuerpo, sin ventanas. Un solo perchero y un pequeño escritorio en una esquina. La mala ventilación hace que la temperatura suba rápido. Katsuki tiene calor y el alcohol sólo lo empeora. Los quejumbrosos gemidos de una voz poco familiar resuenan en sus oídos, la piel es distinta, se siente un poco menos firme, más delgada y pálida. El torso que tiene bajo su cuerpo es más largo al que acostumbra a ver. La luz apagada juega con su mente, pero la voz masculina le mantiene cuerdo como un cable a tierra. No se trata de Izuku, estos labios derrochan experiencia y los pequeños quejiditos lascivos contra su piel la hacen saber que este cuerpo no está acostumbrado a su miembro.

Chico Bonito // BKDKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora