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Los latidos de su corazón resuenan en sus orejas y realmente no sabe que hacer, desea que un agujero se abra desde la tierra y lo trague entero. Quiere escapar, no quiere hacer sentir mal a Izuku que sigue mirándole con esos brillosos ojos y una expresión de duda en el rostro, pero no puede, simplemente su mente se lo impide. Parte de su cerebro no le deja olvidar el pasado de Izuku, no deja de sentirse como un depredador tras un pequeño niño indefenso.

La peor parte es la contradictoria erección que ajusta sus pantalones contrastada con esa sensación de asco que quema su estómago. Siente asco de si mismo, le desagrada incluso tocarse, no es capaz de hacerlo después de la culpa que le atormenta.

Su psicólogo se lo ha dicho muchas veces, él no es el malo, él no tiene la culpa, él no sabía, Izuku es un adulto, no es un niño, no debería sentirse así, no ha hecho nada malo. Son dos adultos, es sexo consensuado, ambos lo disfrutan e incluso ahora pueden afirmar que se quieren, pero ¿Por qué se siente tan incorrecto? Katsuki aún se cuestiona como es que antes podía abofetear las mejillas de Izuku con su erección cada vez que se la chupaba; en este preciso instante no logra concebir la idea de escupirle o pellizcarle en el sexo, no sería capaz de hacer algo así, no puede. Katsuki debe cuidarlo, debe protegerlo, debe acariciarlo y hacerle sentir bien con lindas palabras y tiernos besos en la mejilla.

Izuku es como un muñeco de porcelana con trizaduras, Katsuki debe asegurarse de que no se rompa. Tiene que ser cuidadoso, no quiere dañarlo una vez más.

Izuku por su lado lo observa en silencio. No es un secreto para él como es que Katsuki ha evitado el sexo desde enterarse del incidente de Sho Mutsuko. El pecoso sabe que su rubio va a terapia, pero no logra comprender del todo cómo es que de la noche a la mañana Katsuki ha comenzado a rechazarle, a sentirse disgustado ante la idea del sexo.

Inconscientemente Izuku comenzaba a sobrepensar los hechos, no logra comprenderle del todo, no entiende qué es lo que lo hace tan asqueroso a los ojos de Katsuki. ¿Es que fue violado de niño? ¿Es que le ha asustado con su intento de suicidio? ¿Son sus trastornos? ¿Es que la comida de la residencia le ha hecho engordar? ¿Es que no ha cortado su cabello últimamente?

La mente de Izuku trabaja como un tren industrial transportando toneladas y toneladas de pensamientos negativos, culpándose e intentando encontrar el motivo del por qué.

Katsuki aprieta la mano de Izuku entre sus dedos cuándo nota esa mirada en el menor. La conoce bien, esos ojos perdidos y levemente angustiados son como ventanas. Izuku está perdiendo la calma, pero Katsuki aún se siente agobiado, acomplejado, controvertido.

"No estoy preparado" Katsuki murmura algo avergonzado de admitirlo y justifica su actuar, intentando evitar los pensamientos autodestructivos que nacen en la cabeza de su peliverde.

Izuku suelta su mano al instante, guardándosela para sí mismo mientras la culpa y la angustia queman su vientre. "Lo siento, lo siento mucho" La voz del pequeño chico tiembla un poco mientras su respiración se agita.

Katsuki le conoce demasiado bien, Izuku comienza a hiperventilar, Izuku tendrá una crisis.

"Hey, tranquilo. No pasa nada, lo volveremos a intentar después." Katsuki en un intento por transmitirle calma intenta ignorar la desagradable sensación en sus interiores y toma sus muñecas para acercarlo a sí, pero Izuku está tenso, sus brazos están apegados a su pecho con fuerza y sus manos están empuñadas contra su caja torácica.

Izuku tiembla y de pronto luce como una bomba de tiempo. Katsuki no sabe bien como apagarla, se asusta un poco al verle así. Él también se siente mal como para pensar con claridad, se siente vulnerable, siente que ha perdido el control de la situación una vez más.

Chico Bonito // BKDKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora