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Izuku contaba los días para que fuese luego domingo y así poder ir a casa de su amado chico sólo a tener sexo una vez más en lo que va del mes. Sólo era sexo, pero era con él. El pensamiento es suficiente para que su pulso se acelere.

Tristemente recién era viernes, aún tenía que soportar toda la jornada universitaria de éste día y un completo sábado en casa. Un sábado solitario donde tendría que probablemente ocuparse de casa, hacer aseo, ordenar sus cuentas e ir a comprar algunas cosas para poder alimentarse a si mismo y a su madre en la semana.

Odia los fines de semanas porque no puede ver a Katsuki en clases, pero si el rubio le dice que un domingo se verán de pronto lo único que desea es que llegue luego aquel día. Todo lo vale si es por él.

La jornada estudiantil ha sido extensa, pero el peliverde está tranquilo, pues va al día con todas sus asignaturas. Aun así no puede evitar menear sus rodillas en anticipación al pensar en el día domingo junto a su novio. Está feliz y es evidente, la tonta sonrisa y mejillas abultadas no abandonan su expresión durante toda la última clase de gestión e innovación y ni siquiera lo nota, al menos no lo hace hasta que la chica rubia de unas mesas más a su lado le mira con rechazo.

Cejas fruncidas, un gesto incómodo en sus labios barnizados en lip gloss y los lindos ojos de pestañas enrizadas mirándole fijo, sin ningún escrúpulo, como si con eso consiguiera decirle "Quedate quieto, eres muy ruidoso".

Quizás movía su pie muy fuerte y el sonido les desconcentraba, o era simplemente que su felicidad molestaba a sus cercanos, no lo sabe. Pero de inmediato bajó el rostro algo avergonzado.

La chica sostuvo aquella desagradable expresión en su rostro mientras Izuku la miraba de reojo, evitando el contacto visual, pero aquella expresión de pronto cambió. El rostro de la chica se iluminaba como si algo le hubiese hecho mejor el día e Izuku confundido no se percató de que se trataba tan repentino cambio, hasta que un ruidoso golpe en su pupitre le indicaba la presencia de alguien más.

La chica miraba con admiración a Katsuki, quien apoyaba ruidosamente su palma en el pupitre del peliverde para llamar su atención.

Ya había dado la hora para el cambio de bloque y ni siquiera lo había notado por estar absorto en su propio mundo.

Izuku se pinta de rojo inevitablemente cuándo el rubio le pilla desprevenido mirando a la chica a su costado y no es capaz de hablar. Sabe que de hablar su lengua se trabará, el rubio aún le arrolla con su presencia; aún le pone nervioso cada vez que se aproxima.

Katsuki cliquea su lengua en señal de estar harto y con una indiferente expresión le lanza con fuerza una bolsa cuyo contenido desconoce contra su pecho. Izuku logra sostenerla entre sus manos, confundido.

"Deja de ser tan jodidamente ruidoso con esa mierda de tus pies, no me dejas concentrar." Le regaña y suena serio, Izuku sólo asiente avergonzado y la chica que no dejaba de mirar en su dirección sonríe divertida ante el regaño del rubio.

Quizás el ruido de su constante meneo de pies sí se escuchaba más fuerte de lo que él creía. Pero no importaba, había conseguido la atención de Katsuki.

El rubio se devuelve a su pupitre y toma sus pertenencias, la clase ya había acabado y todos comenzaban a alistarse. El peliverde se quedó pasmado en su lugar, aún apretando la bolsa plástica contra su pecho al mirar cómo el atractivo chico que suele besarle en los labios cuándo están a solas desaparece por el marco de la puerta. Así nada más, como si no fuesen nada. Como si sólo se le hubiese acercado a regañarlo dándole en el gusto a aquella chica que le miraba con asco hace unos minutos, como si de una u otra forma hubiese intentado camuflar aquél ítem envuelto que le lanzó al pecho en forma de agresión.

Chico Bonito // BKDKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora