Katsuki se siente bien, Katsuki está feliz. Mitsuki y Masaru también lo están, incluso Sero ha sonreído ante la actualización sobre el estado del pequeño chico herido.
El rubio ha tenido días enteros para pensar en Izuku y todo lo ocurrido, ya tiene claro que es lo que debe decir, hacer. No le dejaría solo, tendría cuidado; repararía el daño hecho de una u otra forma; es su labor.
No puede permitirse ser exquisito, no puede mentirse más, no puede hacerse más el misterioso sin ser lo suficientemente comunicativo. Nunca sabes cuando perderás las oportunidades para hablar sobre tus sentimientos. Katsuki quizás no tiene del todo claro que es lo que su corazón dicta, pero sabe que Izuku le importa, sabe que quiere protegerle, quiere hacerle sentir bien, quiere remediarlo.
Es por eso que a penas el horario de visitas inició Katsuki se adelantó a grandes zancadas a la desconocida habitación.
Los tortuosos días esperando por Izuku habían terminado, los lamentos, la incertidumbre, el terror, el miedo, el malestar. Ahora podría verle, podría sentirlo y hablarle, podría decirle cuánto se preocupa por él.
Al encontrarse de pie frente a la habitación que albergaba al pequeño chico de rizos un repentino nerviosismo le crispó los vellos del cuello. El doctor dijo que Izuku estaba bien, que sólo estaba débil y en shock pero que estaba consciente, estaba estable.
Su mano tembló al agarrar entre sus dedos el pomo de la puerta. Suspiró y lo giró, abriéndose paso en la antiséptica habitación color blanco.
Una enfermera estaba al costado de la camilla guardando lo que parecían ser unas vendas recién removidas, probablemente era la encargada de las curaciones. No le interesa, no le importa. Su vista se clava en aquel pequeño ovillo en la cama, que en realidad no está recostado, está mas bien casi sentado en el engomado colchón.
Sus clavículas se asoman por esa bata color celeste bebé y desde el marco de la puerta puede divisar las pecas que adornan la alguna vez dorada piel. Izuku sigue algo pálido. Su brazo herido descansa sobre las sábanas recién cambiadas y en su otro brazo las intravenosas han maltratado la piel, tiene más de algún hematoma adornando su delgada extremidad.
El doctor entra a la habitación con Katsuki y se ubica a un costado, revisando unas fichas en una especie de cómoda.
Katsuki al fin se atreve -en lo que ha parecido una eternidad- a recién mirarle a los ojos, y ahí está. Izuku está justo al frente de él y una vez más le mira con esos grandes ojos cubiertos en lágrimas.
El vidrioso verde se siente como una gran bocanada de aire fresco después de una semana entera sumergido en el océano.
Pero ¿por qué hay lágrimas? Katsuki abre la boca para hablar, pero no sale ninguna palabra. Izuku colapsa en cosa de segundos. Su moreteada mano se mueve en dirección a la enfermera a su costado y hala de su delantal color blanco, está temblando.
Está llorando.
Está gritando.
"¡No quiero que él me vea así!, ¡no quiero!" llora exaltado, pero su voz se escucha debilitada, sus labios están agrietados, sólo se humedecen una vez las lágrimas bajan lentamente por su rostro.
"Izuku..." Katsuki logra articular despertando del intermitente trance y se aproxima a la camilla mientras la enferma toma su mano, consoladora.
"¡No!, ¡Kacchan!" Izuku llora e intenta mover su brazo vendado, pero el doctor inmediatamente lo detiene, con una de sus manos en su hombro. "¡No me veas así!, ¡no así, no tú!" grita desconsolado una vez más y el rubio no entiende bien.
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Chico Bonito // BKDK
FanfictionIzuku Midoriya, universitario; un chico inusual. Un chico bonito. ¿Serán sus traumas? o quizás sólo el rechazo social; realmente no se sabe, pero Izuku es extraño. Obsesivo, sin embargo, inofensivo. Aún así muy inusual, tristemente no en el buen s...