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Yeosang.

Tan pronto terminó la clase, fui de inmediato al casino de la universidad. Estaba hambriento porque desperté tarde y no pude desayunar. Las tripas me rugían, y a penas vi el mesón de dulces no supe por cual comprar. Pensé en los panques, los pedacitos de torta, los wafles con chocolate y frutillas cortadas, o sándwich de jamón y queso.

—Los muffins de chocolate son muy buenos —dijo una voz a mi lado. La reconocí, la había escuchado seguido durando los últimos dos meses. Sonreí y me giré.

—No hagas eso tan de repente —Mingi me miró confundido, pero luego apretó los labios.

—Lo siento, no quería asustarte —sonrió nervioso y se llevó su mano atrás de su cabeza—. ¿Desayunaste?

—No —hice una mueca. La maldita alarma no había sonado y mi estomago parecía pagar el precio desde temprano en la mañana.

—¿Qué quieres? Yo invito —lo miré, sin decir nada—. De verdad que los muffins son muy buenos.

—Está bien —sonreí—. Y un café. Tú sabes cual.

—Dos muffins de chocolate y un café doble choco moka, por favor —dijo y la chica de atrás del mostrador asintió.

Se veía atractivo, usaba una camisa azul marino y unos pantalones negros, llevaba una carpeta en su mano y sus gafas de marco negro. El cinturón negro marcaba su cintura y creo que fue lo que más me quede mirando cuando el se giró a mi y me entregó los muffins y el café.

—Gracias —le sonreí, mostrando mis dientes y mis mejillas se abultaron—. No deberías comprarse siempre cosas si no quieres que me acostumbre.

Él sonrió. Maldita sea.

—No me molesta comprarte cosas, si es que te lo preguntas. Pero si te incomoda dejare de hacerlo.

—No me incomoda. Pero me siento mal.

—No te sientas mal, es algo que yo quiero hacer.

Asentí, bebiendo del café.

—¿Y por qué estás vestido así? —le pregunté, sin quitar mi mirada de sus ojos. Él tampoco no la quitaba.

Se hacia sentir feliz, y nervioso.

—Tenia que hablar con unas directivas, decanos y eso. La presidenta del centro de alumnos que dijo que fuera así porque es más probable que me tomen en cuenta. Spoiler: es verdad.

—Igual que mal que sean así.

—Sí, pero ¿qué le haré? —me encogí de hombros—. Oh, Yeosang.

—Dime.

—Quiero hablar contigo sobre algo —alcé una ceja—. Ya estoy listo.

—¿Listo?

Él asintió. Parecía nervioso también, pero su actitud hacia que yo también lo estuviera y me hacia dudar. ¿De qué quería hablar?

Comencé a tener miedo.

Todo entre nosotros estaba bien. Pensé que algo pasaba, lo podía sentir, incluso había veces que Wooyoung me lo decía, me ilusionaba con eso. Pero su actitud... No lo sé. ¿Y si lo aburrí? Yo no podía ofrecerle muchas cosas. No era una persona que saliera tanto, prefería estar en mi casa, en la comodidad de mi cama. Él era más extrovertido y yo... no tanto, o no en absoluto. Era más retraído, me daba vergüenza casi todo.

Pero me gustaba salir con él. Me gustaba cuando íbamos al parque, al centro comercial, cuando veía a mi casa y se ponía hablar de cualquier cosa con mi abuela, cuando se ponía nervioso cuando estaba mi papá, cuando comíamos helado y me ensuciaba la punta de la nariz. Todo eso fue tan mágico para mi que sentir que todo eso se acabaría me hacía sentir devastado.

midnight mess | seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora