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Hongjoong.

Había comenzado a nevar, y el campus completo de la academia tenía un mato blanco en todas las áreas que alguna vez fueron verdes. A pesar de eso, aquella mañana, había salido el sol, pero las temperaturas heladas seguían presentes, por lo que me abrigué bien y fui a la biblioteca a buscar unos libros que me pedían en una asignatura.

Era día miércoles por la mañana, cambiaba por la acera con un café en manos que había comprado y, junto, mi mochila en uno de mis hombros, iba tarareando la canción que escuchaba. Aquel día nos habían cancelado las clases, por lo que aproveche de estudiar un poco.

Terminé de beber el café y tiré el vaso de cartón al basurero. A las 9 de la mañana la biblioteca ya estaba abierta, incluso ya había personas dentro. Busqué el libro que necesitaba y me puse a leerlo y tomar algunas notas. La biblioteca era silenciosa, claramente, pero aquel silencio era interrumpido por el tecleo de los computadores de algunos, del paso de las páginas de otros o las hojas siento interrumpidas por la tinta de los lápices; miraba a mi alrededor y todo parecían sumergidos en sus propios mundos.

Todos allí tenían vidas y problemas diferentes, rutinas que podían cambiar o no en el día a día, y en las que me hacía pensar que quizás tenía la misma que muchos en la academia, sobre todo si su residencia estaba en el lugar también. Y por primera vez, me sentí como hace cuatro años, cuando mi única preocupación era estudiar.

Durante aquellas semanas, había hablado con casi la mayoría de los chicos. Generalmente me preguntaban cómo me iba y qué tal era el lugar, al igual que otras cosas.

Era increíble como antes podíamos hablar de si jugamos un videojuego y ahora era más relacionado al estudio, el trabajo; una vida más de adultos. El tiempo pasaba muy rápido.

Cuando fue la hora de almorzar, salí de la biblioteca y fui al casino a comer. La beca de intercambio también cubría la alimentación, por lo que con una tarjeta que nos entregan podía pedir del menú del día. Pedí algo y me senté cerca de la ventana, con la vista de la nieve y el sol en ellas.

Al probar el primer bocado, me llegó una notificación.


Yeosang.

No lo sé, quizás más adelante veamos eso de las vacaciones de invierno.

Hongjoong.

yeosang? qué haces despierto a esta hora

aquí son las dos de la tarde, quizás allá ya es de madrugada

Yeosang.

No puedo dormir.

Hongjoong.

te llamaré

Comí otro bocado y llamé a Yeosang; me respondió de inmediato.

—¿Qué haces despierto a esta hora? —le pregunté nuevamente. Él suspiró y tosió un poco.

—Estoy enfermo —fruncí el ceño mientras masticaba—. No es nada grave, pero me tiene con licencia médica, estoy en casa desde ayer. Además, no tengo sueño, no puedo dormir.

—¿Y Mingi?

—Se quedó en su trabajo revisando unos papeles, con su equipo tiene un caso complejo y eso lo tiene totalmente absorbido.

—Oh, vaya.

—¿Y qué tal tú?

—Bien, hoy no tengo clases, así que había aprovechado de pasar materia y ver algunas cosas. Además, mañana iré al museo con unos compañeros —le mencioné. De fondo se escuchaba un ruido muy tenue, quizás estaba viendo televisión—. He querido ir desde que llegué aquí.

midnight mess | seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora