75

1.7K 249 120
                                    

Hongjoong

El departamento estaba a oscuras cuando llegamos, de hecho, ya eran las siete de la tarde y a esa se oscurecía todo. Sobre todo, porque pasamos al supermercado antes. Seonghwa, en la carretera, encendió las luces del auto porque, por una parte, no había semáforos y estaban todos los autos con sus luces encendidas.

Un alivio se instauró en mí cuando llegamos, no lo había pensado antes, pero seguramente era porque, como tengo un hijo, cualquier cosa podría ser peligroso y siempre estaba alerta por su seguridad. Daehyun, en casos como estos, estaba al cuidado tanto de mí como de Seonghwa. Nadie te enseñaba como ser padre. Y, lamentablemente, el primer hijo siempre es el conejillo de indias.

—Voy a encender la calefacción —dijo Seonghwa, dejando nuestras cosas en el sillón, mientras que yo llevaba a Dae en mis brazos porque se había quedado dormido durante el viaje de regreso.

Dejé a Daehyun en la habitación de Seonghwa y le quité sus zapatillas, lo cambié a su pijama y lo arropé. Ni siguiera se dio cuenta. Por lo menos él tenía el sueño pesado. Salí de la habitación y me paré en el umbral de la puerta de la cocina al ver a Seonghwa cocinar.

Se veía atractivo. Con el delantal puesto, cortando las verduras, esperando a que el agua hirviera, había puesto la radio en un volumen bajo y tatareaba la canción que salía de esta. Ve veía malditamente atractivo, muy atractivo, 100% atractivo.

—¿Qué cocinas? —le pregunté. Él me miró y soltó una risa nerviosa.

—Sopa.

Asentí, él siguió cortando algunas verduras y vertiéndolas en la pequeña olla.

—Ya dejé a Dae en tu habitación —le dije—. Lo malo es que quizás se despierte a las 7 de la mañana.

Él se rio un poco. Me acerqué más a la cocina y saqué un vaso, abrí el refrigerador y saqué el jarrón de agua para vestirlo y beber. Miré de reojo a Seonghwa mientras lo hacía, pero solo me fijé en como se le marcaban las venas de sus manos cuando tomaba el cuchillo para cortar las zanahorias en rodajas muy finas.

—¿Qué tanto me miras? —me preguntó. Entonces me había atrapado. Claro, yo no quería salir de ahí, era mejor espectáculo que estar haciendo nada en el salón.

—Solo pensaba que te verías bien solo si llevaras el delantal —murmuré. él exhaló nervioso.

—Okay —dijo, sin más—. Algún día te cumpliré tu sueño húmedo.

—¡No es así!

—Me acabas de decir que quieres verme desnudo —vertió lo último en la olla humeando y la tapó—. Yo no me quejo.

Mis mejillas se volvieron rojas, pero entendía que él estaba jugando conmigo. Seonghwa me quería ver como un tomate, como si sus palabras causaran un efecto en mí, y lo hacía. Todo lo que él me decía causaba un efecto en mí. Y él lo sabía.

Seonghwa dejó el cuchillo en la tabla de picar y me quitó el vaso de las manos para dejarlo a un lado de estas, tocó mi cintura con ambas manos a cada lado y ni siquiera me dio tiempo para procesar lo que hizo cuando sentí sus labios rozar los míos. No protesté, no quería hacerlo, no tenía la intención de hacerlo y solamente crucé mis brazos encima de sus hombros para ladear mi cabeza y dejar que solo nuestros labios hablaran por nosotros. Y era tan que sentí sus manos apretar mi cadera cuando mordió suavemente mi labio inferior.

Era el éxtasis, era el epítome de nuestros corazones bombeando con fuerza, y latiendo al mismo par, al ser separadas por nuestra piel. Seonghwa estaba muy cerca de mí, su cuerpo estaba pegado al mío y solo unos segundos después nuestros labios se separaron, creando una línea fina de saliva que, de alguna manera, aún nos unía.

midnight mess | seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora