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Seonghwa.

Cuando Hongjoong me dijo que ya debíamos de ponerle fecha a la boda es cuando comencé a sentirme ansioso. Porque ya quería que fuera el día, ya quería escuchar a Hongjoong decir sus votos, ya quería mirarlo a los ojos cuando fuera a decir los míos, ir a la luna de miel, besarlo y llamarlo como siempre quise que fuera: mi marido.

Mi marido, mi esposo, mi novio, mi mejor amigo, el amor de mi vida, mi alma gemela.

Muchas podrían ser las maneras de llamarlo, pero cada uno solo llevaba a una cosa: que lo amaba. Que yo lo amaba con cada célula de mi piel y con cada latido de mi corazón.

Pero la fecha se aplazaba, o al menos cada vez que pensábamos en una fecha. Ni siquiera nos habíamos dado cuenta de que ya había pasado un tiempo cuando las gemelas cumplieron un año, el 2 de diciembre.

Después de eso fue cuando decidimos que sería mejor tener la boda en verano, pero que fuera algo más íntimo, entre amigos cercanos y nuestros familiares.

—¿Dónde te gustaría que fuera la luna de miel? —le pregunté a Hongjoong cuando me acerqué a la sala. Él estaba sentando en la alfombra, jugando con las niñas.

—No lo sé —mencionó—. ¿A dónde quieres ir tú?

—No tengo opciones.

—¿Y si no vamos?

—Yo quiero ir —Hongjoong me miró—. Quiero el paquete completo.

—¿Y eso qué quiere decir?

—Como esa vez que fuimos a la cabaña —Hongjoong resopló con una sonrisa—. No me mires así.

—¿Y cómo quieres que no lo haga si estás diciéndome eso? —bufé, miré mi laptop y el juego ya se había descargado.

A pesas tenía tiempo libre, volvía descargar los juegos que me tenían viciado a los 16 años. Hongjoong era parte de eso también.

—Ya se descargó —le anuncié. Él se giró para mirarme y se levantó rápidamente.

—¿De verdad? —preguntó. Caminó hasta mi lado y soltó pequeños sonidos de felicidad—. Qué bien, finalmente.

—Papá, tengo hambre —dijo Daehyun, aparecieron en la sala, con su conejo de peluche que San le había regalado de nuevo -y era más grande-, frotándose los ojos, indicando que acababa de despertar—. Quiero salchichas.

—Okey —le dije. Lo miré, aún estaba aferrado al peluche de conejo y podía evitar pensar que, aunque él ya tenía 6 años, no dejaba de ser un bebé—. Tu siesta no duró mucho.

—No dormí, porque quiero ver Toy Story —se subió al sillón y se sentó. Youngmi se levantó y se apoyó del borde del sillón. Daehyun la miró, pero no hizo nada.

—Yo iré a coser las salchichas —me anunció Hongjoong. Asentí y me senté a un lado de mi hijo.

—¿Cuál de todas quieres ver?

—La primera.

Puse la película y subí a las niñas al sillón porque se estaban apoyando en este. Yangmi se apoyó en el hombro de su hermano mientras no dejaba de mover su chupón. Ellas eran muy pegadas a Dae cuando querían, lo seguían hasta su habitación y se quedaban con él, tomando la siesta o jugando, y Daehyun las dejaba, solo hasta que lo comenzaban a molestar, tirándole del cabello, sobre todo Youngmi.

Jamás pensé que un domingo por la tarde sería así.

—¡Ya está! —dijo Hongjoong, dejando un plato con salchichas cortadas en forma de pulpo y con manchas de mayonesa simulando los ojos—. Para los tres —le dijo a Dae.

midnight mess | seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora