48

1.5K 269 178
                                    

Hongjoong.

El cielo estaba pronto a oscurecerse, pero no parecía ser un problema para ninguno de quienes estábamos en aquel restaurante, comiendo y bebiendo mientras reíamos y recordábamos cosas del pasado para hacer ameno el ambiente y no recordar que pronto me iría a Estados Unidos.

Aquel restaurante no era de los carísimos ni muchos menos, sino de esos que parecían más bares por la música y la cantidad de alcohol que vendían y bebíamos entre comida, aún así, era mejor eso, porque prefería tenerlos juntos y hacer bromas entre nosotras que ir a un lugar el cual los podría perder por la música altísima, las luces y la cantidad de gente en un mismo lugar.

Pero ellos estaban allí, y por mí.

—¡Te lo digo! —dijo Wooyoung con una botella de soju en sus manos, mientras se inclinaba hacia Yeosang—. ¡Yo lo supe primero!

—Ya, Wooyoung —dijo Jongho, pero él ni siquiera se inmutó y siguió en lo suyo.

—Miren, cuando me di cuenta, Mingi estaba tan nervioso que ni siquiera pudo inventar algo, por lo que terminó confesando que le atraía Yeosang —Mingi negó mientras se terminaba lo último que quedaba de la botella y Yeosang se sonrojó, se tapó la cara y Wooyoung le dio golpecitos en la espalda, animándolo—. Pero todo terminó bien, ¿verdad?

—Te faltó decirlo más alto, ¿no? Como para que hasta el chef se entere —le dijo Mingi y Wooyoung lo miró, entrecerrando los ojos.

—¿Me estas retando? Soy capaz.

—Ya, chicos... —intervino Seonghwa—. ¿Estamos aquí por Hongjoong o no?

—Oh, no, no. Yo bien con la pelea —mencioné, fingiendo que comía palomitas para luego reír junto a Yunho y Jongho que estaban a mi lado.

San no dijo nada, parecía que estaba a punto de quedarse dormido.

—¿Qué tal unas anécdotas graciosas? —preguntó Yunho—. De Hongjoong, obviamente.

—¿Para qué? Ya se saben casi todas —dije.

—Tú mismo lo dijiste, casi todas.

Hice una mueca y me quejé, recostándome en la mesa, mirando la botella y riéndome porque a través de ella se veía Seonghwa verde.

—Wooyoung, lo que tú quieres es burlarte de mí.

Él ni siquiera trató de negarlo.

Probablemente ya eran las once de la noche, y salí un rato a tomar aire. Las estrellas a penas se notaban, quizás porque ya el clima comenzaba a ser más húmedo, y lo nublado que había sido del día lo potenció aún más.

Me senté en la escalera de la entrada del local, apoyé mis brazos en mis rodillas y dejé mi cabeza ahí, apoyando mi mentón entre el hueco que se formaba para mirar hacia al frente.

El viento frio golpeó mi cara y cerré los ojos por un segundo. Hasta que sentí como una persona se sentó a mi lado.

—¿Ya te aburriste? —era Yunho. Lo miré de reojo y el sacó un cigarrillo y lo encendió.

—¿Desde cuando fumas? —le pregunté frunciendo el ceño. Nunca había visto antes a Yunho fumar.

—Desde el año pasado —dijo simplemente para darle una calada—. No me mires así, no soy un adicto.

—No, pero eso te puede volver uno.

—Lo hago pocas veces —lo miré directamente a los ojos, sin decir nada—. Mira, me compré esta cajetilla hace dos semanas y aún me quedan varias.

midnight mess | seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora