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Hongjoong.

Por fin papá había podido hablar con Seonghwa, aunque no sabía que contenía su conversación exactamente, porque estaban lejos de mí. De todas formas, era algo que Seonghwa me diría después, porque veía como mi amigo hacia reverencias todo el tiempo hacia mi papá, y reí un poco.

De ese entonces, habían pasado tres días y yo ya había entrado en la semana 32, y Daehyun estaba más activo, me pateaba y era un poco doloroso. Pero se calmaba cuando acariciaba mi vientre y le hablaba.

Hace unos meses no me hubiera imaginado como estaba en ese momento, embarazado y enamorado de mi mejor amigo.

Aunque no sé si enamorado seria una palabra correcta, me gusta mucho Seonghwa, pero no sé si es por las hormonas del embarazo o porque realmente pude ver la manera en que me trata y se preocupa por mí, que termino confundiendo y mi estomago revolotear más que nunca.

Pero me gustaba todo eso, cuando se preocupaba por mí, cuando me abrazaba, cuando me daba regalos, cuando podía dormir a su lado, y era todo tan real, que más real era que todas esas cosas eran más significativas para él cuando estaba con su novia, porque ella se llevaba todo eso, todo lo que él podría brindarme a mí.

Y entonces yo me quedaba en medio.

Pero sentía que era mejor así. Seonghwa no sentía lo mismo por mí, no todo lo que yo sentía por él. Y me dolía tanto.

Y quería que acabara.

Porque por un momento pensé en soportar verlo junto a ella, después de todo llevaban bastante tiempo y sé que a Seonghwa le gustaba mucho, nunca lo había visto tan enamorado. La forma en que hablaba de Minhee, como la miraba, como tomaba sus manos, como le sonreía.

¿Por qué yo no podía tener eso?

—Después me dijo que me cortaría el pene si lastimaba a Hongjoong —relató Seonghwa, Minhee lo miraba riendo, cubría su boca con su mano y sus ojos se cerraban—. Me dio un poco de miedo, pero lo entendí.

—Mi papá ya te hubiera cortado el pene hace rato —le dije y el soltó una risa nasal.

—Sí, lo sé, lo siento.

—Yo ya me he ahorrado todo eso —murmuró San, llevándose una palomita a la boca—. Además, los niños me odian, no sé por qué. Pero siempre que me daban un bebé para mecerlo o darle comida se ponían a llorar, me miraban y lloraban.

—Tú haces llorar a mi hijo y te mato —lo apunté con un palito de cebolla.

—Tu hijo me hará llorar a mí —dijo San y entrecerré los ojos, bebí del jugo de arándanos y fijé mi vista al frente. Y dejé de beber.

No me había dado cuenta, pero Minhee se sentó en las piernas de Seonghwa y sus grandes manos le rodeaban la cintura. Y, aunque quisiera desviar la mirada, no podía. Le sonreía y reía cuando los chicos decían cualquier tontería.

Aquella mini reunión se volvía a cada minuto una tortura para mí.

Pero, ¿qué más podía hacer? Yo no quería que Seonghwa se enterara de mis sentimientos, era algo muy reciente que en cualquier momento podía cambiar, no podía simplemente acabar con muchas cosas que estaban ocurriendo.

¿Qué diría él si lo supiera? Tampoco lo quería saber.

Antes de que fuera febrero, me reuní por última vez con Gyeongsu y en la misma cafetería en donde lo volví a ver desde que terminamos.

El clima estaba a mi favor, lo llovía y solo estaba nublado, tampoco hacia tanto frio, pero tomar un café estaba más que bien, y comer algo dulce tal vez.

midnight mess | seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora