~•~Capítulo 15~•~

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Aitana











Golpean la puerta y voy a abrir. Hoy no espero a nadie, pero últimamente las visitas sorpresas ya no son sorpresas.

—Maggie. Pasa.

—Hola. No, es rápido, iré a cenar con mi novio y tal vez te suene demasiado caradura, pero , es la verdad, necesito que cuides mi casa, volveré tarde y pues...

—Está bien.

—Tengo llave, por eso no te preocupes. Así que, si ves que abren la puerta, soy yo.

—Va.

—¿Puedes ir ahora?

—¿Ya?

—Sí.

—Vale. —tomo mis llaves y cierro.

Me acompaña hasta su departamento y me empieza a decir cosas como que me ponga cómoda, si quiero escuchar música, soy libre.

Eso iba a tomarlo.

Se va.

Estudio un poco el lugar, para ver dónde está el servicio y así.

Es bastante rústico, se nota el buen gusto. Está la puerta de ingreso, y al frente, la mesa que le regalé. A la derecha, una mini sala con sillones grises y una mesa de madera pequeña al medio. A la izquierda, la isla de cocina. Y del otro lado, la cocina. Sin desviarnos tanto, apenas salimos de ésta última, a la izquierda tenemos el pasillo, donde hay tres puertas. El del baño y dos recámaras, demás está decir que es el doble de amplio que el mío.

Me tiro al sofá y cierro mis ojos, solo por unos segundos. Pero solo por esos segundos, los recuerdos aparecen en mi mente otra vez.

—¿Cómo te llamas?

—Aitana, ¿y tú?

—Jackson.

Sonrío, ¿por qué estoy sonriendo? Que ridícula.

—¿Te invito un trago?

—De acuerdo.

<<No deberías recibir bebidas de desconocidos>>

Eso me lo dice mamá también, pero, no estoy sola. Miro hacia atrás, Danna y su novio sonríen con picardía al verme hablando con un chico. Es la primera vez que salgo, y la primera vez que se me acercan.

Jackson regresa con dos chupitos que me queman la garganta. Nunca tomé alcohol. 

—Eres nueva en esto, ¿no?

Afirmo con mi cabeza.

Amo la música, amo escuchar música, pero en este momento lo odio porque no puedo oírle.

Me acerco a su oído.

—¿Vamos afuera?—pregunta.

Acepto y salimos.

Me cambio de posición haciéndome un ovillo.

—Déjame ir. —le ruego a mamá.

—¿Y desde cuándo a ti te atraen tanto esas cosas? — se cruza de brazos.

—Mamá, siempre insistes con que socialice, y ahora que lo hago, me llenas de preguntas. No te entiendo. Además, ¿Por qué Ariana puede ir a dónde quiera sin que le hagas interrogatorios, y a mí me invades de preguntas?

—A tu hermana también le he prohibido salir en su momento, basta ya, Aitana.

Bufo y ella sale  siendo esa, su última palabra.

Cien Latidos ✅ [ Libro 1 De La Biologia Cien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora