Benjamín Harris.
Poco o poco me empiezan a desesperar los gritos de sufrimiento de los prisioneros en el centro del establo. Me duelen los oídos y mi única salida es taparlos con las palmas de las manos. Mientras hago esto, cierro los ojos, pero miles de pensamientos vienen a mi mente; entre estos mi hija, no he sabido nada de ella desde aquella noche y tengo miedo de las cosas que le puedan llegar a decir para convertirla en uno de ellos.
—¡тишина!
Todo el establo se queda en silencio, así que me destapo los oídos. Sin embargo, comienzo a sentirme mareado por la falta de comida.
—Saca al Harris. —ordena la voz de un hombre, luego observo cómo abren la celda en la que estoy y me obligan a salir.
Me llevan fuera del establo, a un área donde hay árboles y vegetación muerta, en la que puedo observar que hay más establos a los alrededores. El lugar en el que me encuentro es deprimente y lúgubre, ya que veo sangre seca por muchos lados así como marcas de peleas; es un lugar muy escondido donde, supongo, mataban a los prisioneros.
—¿Ya le dieron de comer? —la voz de Zinov hace que los hombres que me sostienen me hagan girar con ellos.
—No señor. Lev nos dio la orden de no darle comida.
—¿Somos tan inhumanos? —frunzo el ceño sin mirar hacia arriba por su tono burlón—. Démosle de comer, traigan la cubeta de las sobras.
Los hombres de Petrov se ríen y algunos de ellos se retiran a un galpón, regresando a los minutos con una cubeta.
Al ver su contenido, doy unos pasos hacia atrás, tratando de liberarme de los hombres, y lo logro, pero me atrapan de nuevo.
—La princesa no quiere de la humilde comida que le estamos ofreciendo. —vacila un hombre con la cara tatuada que me sostiene y aprieto la mandíbula antes de darle un cabezazo.
—¡Maldita mierda! —me devuelve el cabezazo—. De esta no te salvas.
Entre muchos hombres me atan a un árbol y me obligan a abrir la boca. Luego comienzan a alimentarme con el contenido de la cubeta, lo que me revuelve el estómago.
El sabor a sangre y carne cruda me produce arcadas. Intento escupirlo todo, pero Zinov recoge lo que escupo y lo vuelve a poner en mi boca.
—Come —espeta, pero escupo todo de nuevo—. Come, gusano.
Cuando no obedezco, saca un látigo y me lo pasa por la cara, volviendo a darme del contenido de la cubeta.
—Come a la una... a las dos y a las... —niego con la cabeza y escupo todo de nuevo— Tres. —arremete contra mi cuello, causando que mi piel arda, y yo jadee de dolor.
Sin rendirse, me da otro poco del contenido de la cubeta, pero esta vez es algo esférico y de una consistencia muy sospechosa. Es...
Vuelven las náuseas y esta vez con mayor intensidad.
—Cometelo —mantengo la esfera en mi boca y niego con la cabeza—. Bueno, no voy a parar hasta que lo hagas.
Más latigazos hacen que mis brazos desnudos ardan, ya que estoy usando una camisilla negra. Entre cada latigazo escucho la risa de los hombres de Petrov y solo puedo resistir, fingiendo que no me hacen daño los golpes. Simplemente me mantengo firme y trato de engañar a mi mente repitiendo que el dolor es mental.
<<Es mental, el ardor es mental, todo es mental. No te vas a comer eso, no te vas a comer eso>>
—Veo que esto es inútil —Zinov se detiene—. Creo que podemos arreglarlo.
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DAIMON - [Promesas, mentiras y traiciones]
ActionBilogía: Connor #2 Tu peor enemigo puede estar justo a tu lado; tal vez algún compañero, un amigo, incluso tu familia o alguna persona que te decía querer. Las personas son tan suceptibles a sus deseos, que te hacen desconfiar hasta de tu propio s...