39. Raíces.

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Rayven Cartier.

—¿Qué haces despierto a esta hora? —pregunto sin apartar los ojos de él.

—Eso lo debería preguntar yo. —dice, dejando de mirarme.

—No puedo dormir, ahora contesta tú.

—Yo tampoco, así que decidí revisar algunos documentos.

—Qué divertido. —hablo con ironía, caminando en la dirección donde se puede ver la cocina.

Llego a la cocina y agarro un vaso, que lleno de agua. Busco el camino de regreso a mi habitación, pasando de nuevo por la sala donde está Benjamín.

—¿Qué decidiste acerca de Nikolay? —su voz me detiene—. Tengo curiosidad.

—Le diré la verdad —sostengo el vaso con ambas manos—, pero lo haré cuando nos conozcamos un poco más, cuando no me tenga mucha desconfianza. Quiero mostrarles fotos de mi hermana y mis padres.

—No te pongas nerviosa por eso.

—No estoy nerviosa. —me giro para mirarlo, notando que se cruza de brazos.

—¿Ah, no? —baja la mirada, hacia donde tengo mis manos, que juegan con el cristal de manera extraña—. Pues no lo parece.

—¡Ay! ¿sabes qué? Jódete. —una sonrisa torcida se extiende por su rostro, haciéndome poner los ojos en blanco.

Observo cómo deja a un lado los documentos que tiene en las manos y vuelve a centrar su atención en mí. Me mira de arriba abajo, deteniéndose en mis piernas descubiertas.

—Deberíamos hacer un trato. —se pone de pie.

Levanto mis cejas al escuchar eso.

—¿Qué tipo de trato?

—Eso lo decides tú. Tú estás nerviosa y yo estresado... ¿Qué trato se te viene a la mente?

Muerdo mi labio inferior para ocultar una sonrisa. Dejo el vaso de agua en una mesita y muevo el dedo índice para indicarle que se acerque. Lo hace, quedándose a escasos centímetros de mí. Aprovechando esto, lo sujeto de su camiseta gris y acerco mi boca a su oído.

—¿Y la regla de "solo un día"? —le susurro antes de alejarme.

Con su mano me atrae de nuevo hacia su cuerpo.

—¿Te importa esa maldita regla? —habla de manera seductora cerca de mi oído. Niego con la cabeza—. A mí tampoco.

Su mano se posiciona en el muslo de mi pierna izquierda para acariciarla, siento como la recorre y sube hasta encontrar mi ropa interior, deteniéndose. Maldigo internamente queriendo que continúe.

—Sigue...

Veo cómo humedece sus labios.

—Bésame si quieres que siga.

Pongo mis manos sobre sus hombros y acerco nuestros rostros. Sin ningún problema uno nuestros labios con ferocidad. Lo beso desesperadamente, dejando que me levante y apriete mi trasero de manera posesiva y deseosa. Envuelvo mis piernas alrededor de su cadera y dejo que nuestras entrepiernas se encuentren, dándome cuenta de lo listo que está.

—Aquí no —digo, rompiendo el beso. No quiero que Sky o Nikolay bajen y vean algo así—. En mi habitación. —lo beso de nuevo.

Benjamín me lleva a mi habitación sin dejar de besarme. Me ingresa en esta y cierra la puerta con llave antes de llevarme a la cama, quedando yo debajo de su cuerpo.

DAIMON - [Promesas, mentiras y traiciones]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora