26. Hallar.

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Años después...

Rayven Cartier.

Sobrevivir a tantas cosas nunca me ha hecho ningún bien. En mi adolescencia sobreviví a los Petrov solo para buscar venganza y aún no la he logrado; hace años sobreviví a los Demir y por ellos me perdí todo el revuelo que pasó, me hubiera gustado estar aquí en ese momento y no casi muerta en Noivax; y ahora trato de sobrevivir al desorden que existe en las ciudades.

—¿Dónde está? —pregunta una chica del grupo de mujeres que solía tener la organización Harper.

Cuando se supo la verdad sobre ellos, todos los abandonaron. Esos Harper no sirven para nada, estuve con ellos solo para destruir a los Petrov y ni eso pudieron hacer. Por suerte me reencontré hace casi dos años con mi grupo de mujeres y ellas si están dispuestas a hacer lo necesario y lograr lo que nadie ha sido capaz de conseguir: Orden.

—Está arriba, ese tipo no se nos puede escapar —responde Lindarte y se vuelve hacia mí—. Ray, ya sabes qué hacer.

Me arreglo el cabello y cargo la ametralladora con mucha confianza, lista para atacar a todos esos hombres que afuera se preparan para entrar por nosotras.

Algunas de las mujeres suben al siguiente piso en busca del sujeto mientras que el resto nos escondemos esperando a nuestras presas.

La puerta grande es derribada, entran muchos de los hombres de seguridad de la mansión con sus armas en la mano y esbozo una pequeña sonrisa.

—¡Ahora! —grito y todas mis mujeres abren fuego contra los hombres. Uno a uno van cayendo sin hacernos daño, ya que no saben de dónde vienen los disparos por nuestros cambios de posición en los escondites.

El olor a pólvora es un gran aliciente, pero el polvo que cubre nuestra visión es un fastidio. Siempre me hace acabar disparando a la suerte.

Seguimos en el ataque cuando afuera se escucha el sonido de un tambor, lo que nos da la confirmación: Lograron sacar al sujeto.

<<Debemos irnos, ya fueron suficientes muertos por hoy>>

Por el tamborileo, todas detenemos las balas y nos dispersamos; cada una sabe por dónde salir, así que no es necesario dar órdenes. Durante mucho tiempo planeamos este secuestro y está saliendo mejor de lo que esperaba.

Una vez afuera escucho quejas y disparos de los hombres de seguridad. No es nada extraño, secuestramos a su jefe y no hay rastro de quiénes somos las secuestradoras. Lo más divertido de todo es que pudimos hacerlo porque les robamos información y planos a muchos de ellos. Hombres... siempre responden a los encantos de las mujeres.

Cuando llego al lugar donde nos reunimos y escondemos, veo al sujeto atado a una silla con los ojos tapados. Él nos pregunta quiénes somos y nos ofrece dinero, cosa que no buscamos. ¿Por qué las personas poderosas creen que todo es dinero? Carecen de imaginación.

Hava, una castaña bromista, es quien responde a sus preguntas diciendo cosas como: Tus chiqui babys y no queremos tu dinero, queremos tu corazón.

Muchas se ríen en voz baja cuando la escuchan conversar con el sujeto. Aunque no puedo seguir escuchando la charla, ya que Lindarte me toma del brazo y me lleva a un lugar donde nadie nos pueda escuchar.

—¿Ahora qué sigue, Ray? A ese hombre lo buscarán por cielo, mar y tierra. —expresa la pelirroja y saco mi celular.

—Lo sé, pero todos pensarán que lo tenemos en los peores lugares de las ciudades en desorden. Por eso nos vamos a Sendepolis.

—¿A Sendepolis?

—Sí, confía en mí. Allá hay algo que necesitamos, con eso el secuestro del sujeto será más efectivo. Es nuestro complemento.

DAIMON - [Promesas, mentiras y traiciones]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora