"-Esto que estás viendo, este hermoso amanecer, ese sentimiento que invade tu cuerpo al observar tan hermosa escena, es lo mismo que yo siento siempre que estoy contigo, siempre que te veo. Porque tú eres mi sol. Eres mi amanecer... "
El Nuevo Mundo...
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Frente a ellos, el imponente Cohete de Ciudad Mañana se alzaba en toda su plenitud. Para su sorpresa, el cohete estaba en buenas condiciones tras El Desastre del Disolvente y los años que habían trascurrido después de éste.
Como era de esperarse, el Viaje Espacial estaba en terribles condiciones. No hace falta explicar el estado en el que se encontraba, pues no distaba mucho del resto del Páramo. Una pena, porque ese lugar solía ser hermoso, increíble, espectacular. Espacial, vaya.
Los cuatro caminaron por el lugar hasta llegar a las escaleras que los llevarían al segundo piso. Piso donde se encontraba el elevador para poder acceder al interior del cohete. No obstante, y para su desgracia, llegar al cohete no iba a ser tan fácil. Un Beetleworx custodiaba al susodicho, evitando que alguien se acerque a él.
Sin embargo, y nuevamente para desgracia de los cuatro, el mencionado Beetleworx no era un simple Beetleworx; era una de las versiones más fuertes de esas bestias mecánicas. A diferencia de las "arañas" que se toparon con anterioridad en la Montaña Basura, esta versión de Beetleworx era mucho más grande, unos dos metros. Contaban con dos cañones, uno que dispara Disolvente y el otro Pintura. Además, si alguien se acerca a él, o, por el contrario, él se acerca a alguien, puede golpear con una fuerza demasiado intensa como para destruir cráneos en un parpadeo.
Su cuerpo es robusto y del cual se desprendían dos brazos que vendrían a ser los cañones. Su cabeza era pequeña en y con dos ojos brillantes. Contaba con seis patas escuálidas pero firmes, situadas en la parte inferior de la maquinaria, que le permitían desplazarse a gran velocidad.
Esas bestias no sólo son capaces de asesinar personas a sangre fría, también, y gracias a sus cañones, son capaces de destruir cualquier cosa que se les antoje.
—Mierda, mierda y más mierda —gruñó Bucky.
—Es muy complicado acabar con una de esas cosas —comentó Tony—. Maldito sea el día en que aprobé la construcción de esas chatarras.
—Lo mismo dije yo.
Estaba claro que el existir de esa bestia en ese lugar no era cosa del destino: alguien lo había colocado ahí con un propósito, y Banner era el mejor candidato. No había parado de sabotear aparatos, destruir Ciudad Mañana e instalar trampas.
Tony descubrió de inmediato las intenciones de Banner al descubrir a la bestia mecánica custodiando el lugar. Eran simples: evitar que llegaran al cohete. Pero ¿por qué? Banner siempre adoró Ciudad Mañana, no tenía sentido que ahora la estuviera destruyendo, o, por lo menos, lo que quedaba de la ciudad futurista.
Es posible que Victor estuviera detrás de todo esto y esté usando a Banner como su marioneta; después de todo, el ingeniero fue quien programó a los Beetleworx. Él era al único a quien esas bestias no atacaban ya que sabían que era su creador. Eso era lo que más coraje causaba en Tony, el saber que él mismo aprobó la construcción de esas máquinas lo destruía por dentro. Aunque sus intenciones eran puras, eso no quitaba el hecho de que los Beetleworx estaban siendo usados para un propósito que no era el acordado en un principio.