"-Esto que estás viendo, este hermoso amanecer, ese sentimiento que invade tu cuerpo al observar tan hermosa escena, es lo mismo que yo siento siempre que estoy contigo, siempre que te veo. Porque tú eres mi sol. Eres mi amanecer... "
El Nuevo Mundo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Nada más llegar a Ventureland, se toparon con la desagradable sorpresa de que el poblado estaba infestado de piratas. No había rastro alguno de los residentes; al parecer, todos se ocultaron en sus hogares por la presencia de esos brutos en el lugar.
Era extraño. Si bien Ventureland conecta con Tortuga, los piratas no solían visitar el pueblo tiki. Eran muy contadas las ocasiones en las que algún pirata pisaba el poblado. ¿Para qué? Si en Tortuga lo tienen todo; no era necesario ir a Ventureland y mezclarse con los lugareños del lugar.
Sin embargo, ahí se encontraban; grupos enteros de piratas invadiendo Ventureland. Sin duda, algo malo estaba o está ocurriendo en Tortuga para obligar a los piratas a abandonar su hogar. Tenían que llegar al fondo de esto cuanto antes.
Una sorpresa más que el grupo se llevó fue que los piratas no actuaban de forma ruda o a la defensiva. Al contrario, todos caminaban cabizbajos y con la mirada perdida. Eso sin contar que parecían estar alertas en todo momento, como si le temieran a algo. Nuevamente, algo extraño por parte de esos sujetos.
Y una sorpresa más, y esperaban que fuera la última: tras caminar un poco por el poblado, se encontraron a un hombre que gritaba edad avanzada pese a su muy baja estatura, tumbado en el suelo, abrazando sus rodillas y llorando desconsoladamente. Tony lo reconoció al instante.
—Usted es Arnim Zola, ¿cierto? —le preguntó cuando se acercaron al hombre—. La mano derecha de Cráneo Rojo, capitán del grupo rebelde al que ustedes mismo se denominaron "Los Piratas del Páramo".
—Así es, Majestad —contestó el hombre entre sollozos, alzando la mirada—. Bueno, era; hasta que el Capitán Cráneo Rojo nos obligó a escapar de Tortuga. Allí tuvimos unos problemas terribles.
—¿Por qué? —preguntó Natasha—. ¿Qué ocurrió?
—También tuvimos que escapar. El Capitán pretendía llevarnos a Isla Calavera, pero nos tuvimos que marchar cuando esa máquina empezó a convertirnos en monstruos. Y uno de ellos es el mismísimo Capitán Cráneo Rojo; por eso está más malhumorado que nunca. Y esos monstruos no muestran ningún tipo de piedad hacia sus antiguos colegas... ¡nosotros! Así que vinimos a este lugar y cerramos el camino a nuestro paso.
—Espera... —interrumpió Tony—. ¿De qué máquina nos hablas? ¿Monstruos?
—¡Sí! La máquina del Capitán Cráneo Rojo. Está instalada en Isla Calavera. Se traga a nuestros colegas piratas y los convierte en monstruos mecánicos. Un horrible destino para todos los miembros de mi tripulación que fueron obligados a convertirse en esas aberraciones. Si esos monstruos nos invaden, no tendremos ninguna oportunidad. Desearía que alguien pudiera detenerlos.
—Debemos ir a Isla Calavera —informó Tony a sus amigos—. Debemos poner un alto a Cráneo Rojo y destruir esa máquina para que no siga arrebatando vidas inocentes.
Tras decir eso, agradecieron a Arnim Zola y éste volvió a sus lloriqueos. No había duda de que Victor, una vez más, estaba detrás de la supuesta máquina tragahombres. Cráneo Rojo era incapaz de fabricar un artefacto así por su cuenta.