"-Esto que estás viendo, este hermoso amanecer, ese sentimiento que invade tu cuerpo al observar tan hermosa escena, es lo mismo que yo siento siempre que estoy contigo, siempre que te veo. Porque tú eres mi sol. Eres mi amanecer... "
El Nuevo Mundo...
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Las horas más lindas
Las paso contigo, sí
No quiero ni pensar si un día me faltas tú
No quiero ni pensarlo, amor
Tony y Steve corrieron con todas sus fuerzas, atravesando la noche, sintiendo cómo el viento comenzaba a soplar cada vez más fuerte. No habían logrado descifrar qué fue ese ruido que se había escuchado minutos atrás. Después de oírlo, ambos se miraron para, tras pocos segundos, separarse y colocarse la ropa en tiempo récord. Acto seguido, salieron corriendo del castillo. Algo andaba mal; el viento nunca soplaba así de fuerte, y menos de la nada.
Nada más llegar a Mean Street, se toparon con que todos en la calle se encontraban alterados, preguntándose entre ellos si habían escuchado ese ruido peculiar que pareciera haberse producido en el cielo. Algunos decían que era un llamado del señor, otros que la hora del juicio final había llegado.
Pero, si en algo todos concordaban, era que ese ruido no había sido extraño, sino lo siguiente. Nadie sabía darle una explicación racional. El viento comenzaba a soplar con mucha mayor fuerza, elevando la tela de algunos puestos y revoloteando los adornos desperdigados por toda la calle.
—Tony, Steve —los llamó Natasha cuando se acercó a ellos junto a Bucky—. ¿Qué ocurre? ¿Ustedes también escucharon ese ruido?
Tony apenas pudo soltar un "s-sí" a medias, ya que un grupo de personas los rodearon casi al momento en el que notaron su presencia.
—Señor, ¿qué está ocurriendo?
—¿La hora de partir ha llegado?
—¿Ustedes provocaron ese ruido?
—¿Por qué el viento sopla con tanta intensidad?
Tony comenzó a estresarse y ponerse nervioso. Todos rodeándolo y lanzando pregunta tras pregunta estaba causando que le diera un ataque de ansiedad y claustrofobia. Por supuesto que él no sabía las respuestas a ninguna de las preguntas que la gente hacía. Él estaba igual de confundido que el resto.
—Por favor —pidió Steve al tiempo que colocaba una mano en el hombro del castaño para tratar de tranquilizarlo—, necesito que todos se tranquilicen. No sabemos qué fue ese ruido o qué lo provocó, pero si todos mantenemos la cal...
Las luces comenzaron a palpitar, apagándose y encendiéndose repetidas veces. El caos comenzó a sembrarse en todos los presentes. Los llantos y gritos de los niños comenzaron a oírse.
—¿Qué ocurre? —preguntó Natasha con la voz temblorosa.
Bucky la abrazó con fuerza. Tony, por instinto, se pegó a su prometido. Steve lo rodeó con sus brazos, ambos igual de asustados que todos en ese lugar. El viento sopló con demasiada intensidad, tanto que algunos perdieron el equilibrio y cayeron al suelo.
