"-Esto que estás viendo, este hermoso amanecer, ese sentimiento que invade tu cuerpo al observar tan hermosa escena, es lo mismo que yo siento siempre que estoy contigo, siempre que te veo. Porque tú eres mi sol. Eres mi amanecer... "
El Nuevo Mundo...
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Después de una comida deliciosa y una tarde de charlas y juegos, Tony se retiró a sus aposentos para descansar un poco. Sus amigos decidieron quedarse en el castillo durante esa noche; ya era algo tarde como para regresar hasta OsTown. Los sirvientes los acompañaron a las respectivas habitaciones que cada uno ocuparía.
Y justo ahí es donde Steve se encontraba en esos momentos. Agradeció que los sirvientes hayan llevado a Sharon a una habitación diferente a la suya. Suspiró y se aventó a la cama. Su plan había funcionado a medias. Por un lado, Natasha parecía haberse tragado la mentira. Y por otro, Tony no reaccionó como él lo esperaba.
Decidió levantarse de la cama e ir a hablar con el castaño. Salió de la habitación y caminó por los largos pasillos del castillo hasta llegar a la habitación de su crush. Tocó la puerta y esperó respuesta.
—Adelante —dijo Tony, consciente de que era uno de sus amigos; sus guardias o sirvientes ya hubieran ofrecido una disculpa por la interrupción.
Steve asomó la cabeza.
—Ey, ¿te molesto?
Tony le sonrió y negó con la cabeza.
—Para nada. ¿Sucede algo?
Steve suspiró profundo, entró y cerró la puerta. Luchó por no hacer notar el nerviosismo que siempre lo invadía cuando estaba a solas con Tony. Se acercó a éste, quien, en ese momento, se había encaminado al baño y comenzaba a cepillar sus dientes.
—Quería preguntarte algo —le informó sin entrar al baño privado.
—¿Mmh? —fue lo único que pudo soltar debido a que el cepillo y la espuma en su boca no le permitían formular palabras ni oraciones.
—¿Qué opinas de Sharon?
Tony enjuagó su boca, escupió, se secó con la toalla y salió para ver a su amigo. Le ofreció una mirada linda una vez lo tuvo enfrente. Steve tuvo que apartar la vista para no ponerse más nervioso de lo que ya estaba. ¡Por Dios! ¡Qué hermosa sonrisa!, pensó.
—Pues creo que es una mujer muy agradable y se nota que te quiere mucho —le respondió el castaño—. ¿Desde cuándo se conocen?
—Esa es la situación. —Steve volvió a suspirar y Tony arqueó una ceja—. La conocí hoy mismo.
El castaño se quedó atónito al escuchar esa confesión. Soltó una pequeña carcajada y miró a su amigo con ojos de incredulidad.
—Es broma, ¿verdad?
Steve negó lentamente con la cabeza.
—Steve, ¿te hiciste novio de una mujer bastante mayor que tú y que conociste hace apenas unas horas?
Steve se mordió el labio algo avergonzado y arrepentido. No contestó a la pregunta del castaño. Tony pensó por un momento. No necesitó palabra alguna por parte del rubio para entender que la respuesta a su pregunta era afirmativa, puesto que los simples gestos de Steve eran más que suficientes.
