"-Esto que estás viendo, este hermoso amanecer, ese sentimiento que invade tu cuerpo al observar tan hermosa escena, es lo mismo que yo siento siempre que estoy contigo, siempre que te veo. Porque tú eres mi sol. Eres mi amanecer... "
El Nuevo Mundo...
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"Qué bueno que te largaste, nos diste la privacidad necesaria para poder coger durante toda la noche. Dejé a Tony bien abierto y lleno. Lo hice gritar y retorcerse de placer. No paraba de suplicar por más. Te recomiendo que te alejes de él, ya que, como puedes ver, estás sobrando."
Era lo que decía un mensaje que Steve recibió esa mañana nada más despertar. Lo leyó y sintió un vacío arrasador en su pecho. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y lo invadió una repulsión e ira indescriptibles. No podía. No podía aguantar eso. Su castaño, su caramelito, había sido devorado por otro hombre, uno que no era él.
Se recriminó y maldijo mil veces por ser un completo cobarde y no revelarle sus sentimientos a Tony cuando tuvo la oportunidad. Ahora el castaño estaba en brazos de otro. Tanto había deseado él ser quien lo abrazara, quien lo besara, quien lo despertara todas las mañanas, quien le hiciera el amor.
No entendía cómo fue que esto sucedió. Tony nunca había sentido atracción por otro hombre. Jamás. Esa era la razón por la cual Steve nunca reveló sus sentimientos, por el miedo al rechazo, al corazón roto, a perder la amistad de Tony. Y ahora el castaño estaba con otro hombre, ¡un hombre! ¿Por qué? El mismo Tony aseguró no ser gay, no sentirse atraído por los hombres, Steve escuchó esas afirmaciones saliendo de la boca del castaño. ¿Qué había pasado? ¿En verdad Victor consiguió hacer lo que Steve nunca pudo? ¿Él conquistó a Tony? ¿Lo hizo olvidar sus prejuicios y abrir su corazón al amor? Si era así, ahora Steve se sentía un completo imbécil por no haber intentado hacer lo mismo con Tony, por no intentar ganarse el corazón del joven líder.
Aventó el celular contra la pared de su habitación en un taque de ira. Éste se rompió, al igual que su corazón. Había perdido a su castaño, ya no había más por hacer. Maldijo en voz alta y se recriminó por hacer aquello; ahora tendría que comprar un nuevo celular. Aunque claro, un celular roto podía ser emplazado fácilmente, pero ¿un corazón roto también? La herida sanaría, pero la cicatriz se quedaría, dejando un bonito recuerdo de tu miseria, de tu fracaso y tu cobardía.
Se hundió en las almohadas y se cubrió con las mantas. ¿Qué acaso no debería sentirse feliz? Después de todo, el mundo entero dice que tú puedes ser feliz si la persona a la que amas lo es, incluso si es feliz estando lejos de ti, estando con otra persona. Pero no. Todo eso es mierda en toda la extensión de la palabra. Por supuesto que nadie va a ser feliz viendo a la persona que amas estar en brazos de alguien más, verlo amando a otro y que ese otro lo ame de vuelta y que haga todo lo que tú nunca pudiste hacer. Steve ahora lo sabía.
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