CAPÍTULO DIECISTE "Caballo salvaje"

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Mis dientes se marcaron en la carne rosada de mi lado dejando una huella blanca que tardaría en irse al tiempo que mis manos se crispaban entrono a la cintura del chico que manejaba la moto.

Al parecer Blake no sabía ir lento.

La luz anaranjada de las farolas se difuminaba por el rabillo de mi ojo y todo pensamiento que cruzase mi mente era opacado por el motor de la moto que se asimilaba a un ronco gruñido similar a un animal salvaje.

Tomé una amplia bocanada de aire cuando de una vez por todas cuando por fin frenó el vehículo. Con las manos apoyadas en su ancha espalda me impulsé hacia atrás, la bisera polarizada no me dejaba ver las sombras de la noche.

—¿Qué tal el viaje angelito? —Preguntó Blake echando una mirada por encima de su hombro.

Suspiré débilmente.

—¿Sabes? He sacado en claro que no sabes ir lento – puse los ojos en blanco.

El chico rió roncamente. Con rapidez y agilidad saltó del asiento de cuero de su vehículo. Dejando el hueco de cuero libre mi culo se deslizo por él quedando completamente ahorcajas.

—Brillante conclusión, ¿vas a bajar algún día? —Soltó divertido Blake.

Le miré de soslayo sin contestar, simplemente me desaté el casco liberando mi nudoso cabello que se echó sobre mi frente. Resoplé y balanceé mis piernas antes de impulsarme lejos de la moto.

—Ya está, ¿contento? —Bufé.

«Wow...tu humor por la noche no es el mejor del mundo.»

Calla conciencia.

—Mucho...¡vamos!

Alargó una mano para sujetar y entrelazar mis dedos con los suyos. El áspero tacto de su piel provocó que un chispeante calor naciera por mis venas. Cerré los ojos un instante, saboreando ridículamente aquella sensación que era tan extraña como agradable.

—¿A dónde vamos?

Blake no contestó lo que me estaba comenzando a poner realmente nerviosa. Desistiendo en la inútil tarea de que el chico me diese una pista acerca de nuestra ubicación me dediqué a escanear mi entorno con especial atención.

Debía de tratarse de las afueras de la ciudad donde un gran parque se extendía como una borrosa mancha verde oscuro hasta donde alcanzaba la vista, pequeños edificios de cementos no daban la espalda, pero a pesar de todo se respiraba tranquilidad, algo impropio de una gran ciudad a tales horas.

Tan absorta iba en mis propios pensamientos que mis pies se enredaron al chocar contra el bajo bordillo que daba pie a la acera de adoquines rojos que se metía serpenteando hacia el parque. Me medio caí hacia delante como tercera vez en un mismo día, segura que a la tercera iba la vencida y me iba a dar de golpe contra el suelo.

Sin embargo en la última milésima de segundo unas rápidas manos agarraron la tela de mi jersey, tirando bruscamente de los hombros e incorporándome de forma milagrosa sobre mis pies.

Jadeé ante el aire que me había sido arrebatado mientras las manos de mi salvador colocaban el gurruño de tela en el que se había transformado mi ropa.

—Buenos reflejos – murmuré impresionada.

«¡¿Buenos reflejos?! Eso ha sido casi imposible, ¡Yo te daba por muerta ya!»

La risa de Blake erizó el vello de mi nuca.

—Sentido arácnido, nena.

Puse los ojos en blanco.

¿En serio?¿Spiderman?¿Sentido arácnido?

«¡Oye! Eres tú la que de pequeña se lanzó de un edificio chillando que eras Spidergirl.»

¡Sh!

—¡Hey! —Parpadeé bruscamente mientras miraba a ambos lados sobresaltada.

Fruncí el ceño y empujé el pecho de Blake con las mejillas ardiendo.

—¿Qué haces idiota?¡Me asustaste!

Blake desordenó su oscuro cabello con una mano mientras negaba con la cabeza.

—Dios...te habías ido completamente.

Inflé mis mejillas y me di la vuelta antes de perder la poca dignidad que me quedaba.

—No te enfades angelito, ¡vamos!

Suspiré restregando la palma de mi mano por la frente en un gesto cansada. Mis brazos cayeron a ambos lados de mi tronco al tiempo que fruncía mis labios en un puchero.

—¡Estoy agotada! —Dramaticé.

—Anda que...

Chillé cuando mis pies dejaron de pisar el suelo y comenzaron a colgar a ambos extremos de su cadera. Extendí los brazos para sujetarme en su cuello mientras mi pecho se acomodaba contra su espalda y escondía mi rostro en la curva de su cuello.

¿Cómo había llegado hasta allí?

Ni idea.

Vas dormida por la vida....

El chico comenzó a andar haciendo que mi cuerpo retumbase. Suspiré quedamente sacando la cabeza de su nuca para poder ver hacia donde nos dirigíamos. La calle estaba prácticamente vacía a excepción de un par de gatos que nos miraban aburridos antes de continuar su recorrido. Los árboles eran artificialmente iguales de la misma copa redonda y tronco retorcido. Probablemente tendrían unos treinta años.

Nunca había visto ese parque y eso que me había criado en la ciudad.

«Si cuando digo que vas dormida por la vida es por algo...¿no crees? »

Ignoré a mi conciencia y me concentré en alejar cualquier pensamiento de mi cabecita.

—¿Algún día me dirás dónde vamos?

—Paciencia...

Puse los ojos en blanco de nuevo, tal y como había visto hacer a mi padre que los llegaría a poner en blanco unas cincuenta veces al día.

Reí ante el recuerdo de la cara de zombi de mi padre cuando Jackson se puso a cocinar una tarta volcánica que duchó nuestra blanca cocina de un rojo escarlata con sabor a fambruesa.

Las manos de Blake bajaron por mis piernas haciendo que las descruzase y lentamente me escurriese hasta rozar el suelo de nuevo.

—Casi hemos llegado – me avisó mientras tiraba de mí de nuevo.

Sonreí.

El corazón me latía tan rápido que mis pensamientos eran engullidos por las contracciones y relajaciones de mi órgano motor. Las hormonas chispeaban por todo mi cuerpo hasta la punta de mi cuero cabelludo.

Una áspera y cálida mano jugó con la piel de mi mejilla captaron mi atención.

Miré a los oscuros ojos de Blake con las cejas alzadas.

El chico señaló algo con su dedo índice.

Con el ceño fruncido me giré lentamente y mis labios se abrieron al compás de mis ojos.

Oh Dios Mío.

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¡Gracias!

Nos leemos pronto ;3

Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora