CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE. Se había ido.

10.3K 881 43
                                    

CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE. Se había ido. 

No sabría decir los minutos que pasaron en los que totalmente estática me quedé contemplando la calle por donde Blake había desaparecido. Aún se podía preciar vagamente el neumático sobre el asfalto de la brusquedad de su acelerada.

Rescaté mi teléfono móvil de la mochila que aún seguía colgada sobre mi hombro, fue en el momento que fui a desbloquearlo cuando percibí el temblor nervioso de mis dedos.

¿Qué demonios acababa de pasar?

Volveré.

Su voz resonaba todavía en las paredes de mi cráneo. Fruncí el ceño. ¿Volvería? ¿Se había marchado? Algo me golpeó con fuerza entonces.

Blake se había marchado por un tiempo indefinido. Él mismo se apartó de mi vida con la promesa que volvería, pero...¿realmente lo haría? Seguramente me olvidaría con el tiempo, por lo que...

¿Mi estúpido vecino de al lado se había marchado para siempre?

Aquello provocó que varios sentimientos contrarios emergiesen de mi vientre y se arremolinasen en mi pecho con la fuerza de una ventisca.

Se había ido. Y estaba feliz pero a la vez tremendamente triste; aliviada y decepcionada; la complejidad de ellos me impidió examinarlos minuciosamente pero había algo que no dudaba y que era lo más inquietante.

Le echaría de menos.

Sacudí la cabeza despertando y deshaciendo las telarañas de mi mente. Justo en ese instante Jake me llamaba. Rápidamente descolgué el dispositivo colocándomelo en el oído.

—¿Hola? — Pregunté a la línea con voz áspera.

Tosí.

—¡Annie!¡Gracias a Dios que estás bien! —Dijo antes de comenzar a hablar atropelladamente de lo preocupado que estaba y las cosas que pensaba hacerle a Blake.

Escuché cada una de sus palabras con paciencia dando cortos paseos por el descampado pisando la hierba reseca y la tierra sucia conforme su voz me era enviada por la línea.

—¿Jake? —Dije cuando al fin se hubo calmado — Creo que no debes preocuparte más de eso, él...se ha ido.

—¿Cómo? —Matices de incredulidad aparecieron en su voz.

Tomé una amplia respiración parándome.

—Sí bueno...eso me ha dicho, quería despedirse, supongo.

Jake resopló. Y se tomó su tiempo antes de añadir sus siguientes palabras:

—No le echaré de menos.

Mis dientes comenzaron a tirotear de la piel de mi labio al tiempo que quedaba sentada sobre el frío suelo.

—¿Puedes venir a buscarme? Estoy en el descampado que está a dos manzanas del instituto.

—Voy.

Colgué. Con el teléfono entre mis dedos la latente curiosidad me pudo por lo que comencé a hurgar en la lista de contacto de WhatsApp. Ninguna evidencia del chico, su contacto parecía...muerto. Ni foto de perfil. Ni estado. Ni última vez. Ninguna evidencia que ese número hubiese estado operativo horas atrás. Suspiré apagando el móvil.

Atraje mis piernas contra mi pecho y enterré mi cabeza en ellas, resguardando mi mente y cerrando con fuerza mis ojos.

Se había marchado. Lo sabía. Todo mi cuerpo me gritaba aquello y después de todo lo que me había hecho debería alegrarme o al menos aliviarme que ya no estuviese. Pero, sin embargo, sentía un extraño hueco en mi pecho. Como si hubiese perdido algo que no pudiese rellenar. O tal vez sí. Estaba tan confusa y todo se encontraba tan reciente que no era capaz de poner orden.

Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora