CAPITULO NUEVE. "Adolescentes, hormonas y una mala idea"

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Las puertas se abrieron lentamente, engulliendonos por completo. Asombrada contemplé a mi alrededor. El gran salón iluminado por miles de luces de colores que cambiaban, lazando sus espectros luminosos sobre los cuerpos de los adolescentes que bailaban en la improvisada pista. Sólo se escuchaba la música a alto volumen que hacía que mi cuerpo vibrase por la fuerza.

Con Jake pegado a mi espalda di un paso al interior, rápidamente un calor asfixiante escaló por mi cuerpo. Olía a sustancias extrañas, alcohol y sudor, el humo se encontraba en volutas disipando la luz.

Era sin duda la mayor concentración de adolescentes que había visto en mi vida.

Emma bajó las escaleras, llevaba un ajustado vestido blanco que hacía resaltar su morena piel, provocando un efecto de cuerpo de escándalo.

—¡Chicos! ¡Habéis venido! —Sonrió mostrando su perfecta dentadura.

Jake avanzó hacia ella. Emma colgó sus brazos sobre el cuello de mi amigo.

—¡Feliz cumpleaños! —Gritó Jake sobre la música.

Emma se puso de puntillas y le dijo algo al oído que no fui capaz de entender.

—¡Baila conmigo!

La chica cogió a mi amigo por la muñeca y tiró de él, perdiéndose en la variopinta marea que había inundado la sala.

«Esto ha sido sin duda una mala idea. »

Tomé una amplia respiración de aire calentorro que se instaló en mi pecho. Ya que estaba aquí no me pensaba quedar quieta en miedo de la sala sin hacer nada, si Jake estaba ocupado y esperaba que yo me quedase quietecita se equivocaba.

Me abrí paso entre la gente que me golpeaba con sus extremidades y cuerpos. Seguí avanzando prácticamente a ciegas engullida por el tumulto de gente hasta la enorme barra que ocupaba el lateral izquierdo de la casa.

Con las manos apoyadas en la barra eché un ligero vistazo. El ambiente se estaba animando y no me quedaría atrás, estaba harta de ser la chica buena que no se divierte en las fiestas.

Golpeé repetidas veces la mesa con mis dedos hasta que un camarero apareció en frente de mí.

—¿Te puedo ayudar en algo guapa? — Preguntó con voz ronca.

Fruncí mis labios pensativa.

—Vodka con limón. — Me encogí de hombros, mejor ir a lo simple.

Me guiñó un ojo antes de desaparecer durante unos segundos. Con un suspiro me apoyé en la superficie, la música rebota en mi cráneo de forma molesta y el calor se hacía insoportable por momentos. Mi vaso tintineó sobre el caro mármol. Lo agarré con una sonrisa y de un único trago lo vacié en mi garganta.

Lamí mis labios lentamente.

«Venga Ann, ¡a la pista! »

Obedeciendo a mi conciencia me adelanté rumbo al centro del salón, que parecía ser la pista de baile. No reconocía la música que escuchaba pero era capaz de moverme con ella.

Alcé mis brazos, moviendo mi cuerpo con ellos al ritmo de la música. Mi desordenado cabello caía sobre mis ojos y hombros en una cascada dorada, mis brazos seguían el ritmo de la canción, mientras que mi cuerpo chocaba con el del resto de gente.

Sin darme cuenta comencé a cantar la canción mientras que mis movimientos torpes y tímidos del principio iban cambiando, convirtiéndose paulatinamente en algo similar a sensuales.

Los pies embutidos en unos incómodos zapatos de tacón dejaron de ser un problema, el calor se esparció en mis venas como un lento veneno que mataba la razón, dejando el efecto del alcohol y las hormonas tomar el control de mi cuerpo.

Todo parecía más intenso, la música que minutos antes era desconocida pasó a ser la perfecta. A través de los contorsionados cuerpos pude atisbar a Jake y a Emma bailar. Ambos habíamos sucumbido al caos placentero de la fiesta.

Sonreí.

«A Jake le está yendo muy bien la noche, desde luego. »

Unas grandes manos sujetaron mi cintura.

Instantes después mi espada impactó contra un tonificado pecho. Su aliento erizaba el vello de mi nuca.

—¿A quién tenemos aquí? —Una voz conocida golpeó la sensible piel de mi nuca desnuda.

Aún agilipollada por el efecto del alcohol y las hormonas solté una limpia carcajada.

—¿Por qué no bailas un poco conmigo? — Susurré lo suficiente alto para que me oyese.

Me apretó más contra él cuando comencé a moverme, esta vez imitando a la mayoría de chicas que veía.

Blake giró mi cuerpo para que quedasen enfrentados. Al usar tacones apenas me sacaba media cabeza por lo que podía mirarle a los ojos sin alzar la barbilla.

Le observé, sus oscuros ojos reflejaban la luz cambiante de la sala.

—Ahora verás angelito, te voy a enseñar a bailar —Sonrió. 

Reí mientras me pegaba más a él. Sus manos bajaron lentamente por mi contorno provocando que un jadeo escapase de mis labios, hasta situarme a ambos lados de mi cadera. Blake me apretó contra sí mientras poco a poco el efecto sedante de la música, hormonas, alcohol y el fuerte olor a drogas extrañamente dulces tomaban la razón que solía poseer.

«¡A disfrutar

MARATÓN: 1/3.

Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora