CAPÍTULO SESENTA. Final.
Abrí los ojos de golpe percibiendo la claridad que iluminaba el cuarto. Gemí débilmente volviendo a sellar mis ojos evitando así que la luz dañase mi poco acostumbrada pupila. Mi pecho aún se sacudía aceleradamente debido al extraño sueño que desde días atrás se colaba en mis noches. Demasiadas cosas en demasiado poco tiempo.
Utilizando los codos como soporte me incorporé en la cama. La semana había transcurrido y hoy, viernes, era el baile de primavera.
Siempre me había parecido que los bailes eran una enorme chorrada, de hecho lo seguía pensando, pero no me desagradaba ir con Jake a uno de ellos. Teniendo en cuenta de que sería el último de educación secundaria.
En el momento que mi cuerpo empezaba lentamente a desperezarse la puerta de mi habitación quedó abierta. Mis cejas se alzaron al ver como Jackson y Rachel entraban en el espacio delimitado de mi cuarto tranquilamente.
—¿Buenos días? — Fue lo único que salió de mis adormecidos labios.
—¡Buenos días amor! — Saludó mi padre sonriendo.
Achiné los ojos en su dirección luchando por ver entre las legañas que aún tenía prendidas a mis pestañas. Taponé un bostezo contra la palma de mi mano observando como la mitad de mis padres hacía dios sabe qué en mi cuarto.
Rachel barrió con su brazo libros, apuntes, notas y bolígrafos de mi desordenado escritorio creando un vacío en plena mesa donde colocó un maletín metálico estampado con flores. Al mismo tiempo Jackson abrió mi armario cabeceando al ver el contenido y comenzando a tomar varias prendas en sus manos y empujarlas al suelo.
—¿Qué hacéis?
La extraña intromisión me hizo olvidarme de mi habitual cansancio matutino e incorporarme bruscamente de la cama. Algo realmente idiota de mi parte ya que por un par de segundos puntos negros centellearon en mi vista. Cuando hube superado el mareo me dirigí hacia mi madre que hurgaba en el maletín.
—¿Qué es eso? — Interrogué sosteniéndome sobre mis puntillas para cotillear por encima de su hombro.
—Maquillaje — contestó con simpleza.
Fruncí el ceño aún más confundida.
—¿Alguien me puede explicar qué está pasando aquí?
Arqueé las cejas hacia mi padre que seguía desestimando mi ropa.
—Rachel te dije que teníamos que haberla comprado un vestido – Suspiró – Es obvio – me miró con una de mis camisetas prendida entre sus dedos – Vamos a prepararte para el baile.
Entreabrí los labios para replicar. Pero no me dieron tiempo cortándome con un gesto. Apreté los labios de nuevo mirándoles confusa.
—Corre a ducharte, ¡vamos! — Palmeó mi espalda.
Puse los ojos en blanco bufando.
—Está bien —mascullé agarrando una muda del suelo y encaminándome hacia el baño.
Desde luego y sin ninguna duda se habían vuelto locos. Pero obedecí la orden. Al fin y al cabo tenía que ducharme. Por lo que me pasé alrededor de quince minutos bajo la lluvia caliente borrando restos de sueño y suciedad.
Cuando salí el vaho se había apoderado del reducido espacio humedeciendo el suelo, añadiendo así un grado de peligro a la tarea. Pasé una mano por mi enredado cabello mojado suspirando y tapando mi cuerpo con mi gordo albornoz azul.
—¡Ann!
Chillé por la sorpresa resbalando por media fracción de segundo.
—¿Cómo están tus piernas?
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Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015
Teen FictionMi nombre es Annabeth Gwendolyn Leslie Smith York Thomas, aunque podéis llamarme Ann. En mi vida no existe ningún grado de normalidad palpable. ¿Por qué? Comencemos con mi familia, tengo dos padres gays a los que amo más que al chocolate, dos madre...