CAPÍTULO TREINTA Y SIETE. "Un juego"

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CAPÍTULO TREINTA Y SIETE. Un juego.

Al final llegamos, a pesar de las dificultades encontradas en el trayecto conseguimos colarnos cuando Emilio estaba apunto de cerrarla puerta. Después de exclamar "¡Un poquito de por favor!"terminó de cerrarla cabeceando.

Me estañaría cuando abandonase secundaria ¿quién si no iba a llegar tarde?

Pero el peor obstáculo era el que me quedaba por afrontar. Matemáticas.A parte del para nada amable profesor que hacía temblar al alumno diana de sus preguntas estaba el incómodo hecho de coincidir con Blake.

Tamborileé en la carpeta de mi archivador con un noventa y tres en una esquina como adhesivo. Tomé una amplia respiración procurando romper los nervios que se habían instalado en mi estómago. Me alegraba de no haber desayunado. Por ende eso era terriblemente malo para mi salud de mierda.

—Vamos Annie.

Pegué un alterado brinco al escuchar la voz de Jake a mis espaldas. Con el corazón golpeando fuertemente en mi pecho me giré sorprendida.Estaba tan sumamente abstraída que ni me había percatado de la presencia de mi mejor amigo.

—No sé, Jake. —Admití al tiempo que cruzaba el umbral de la puerta.

Con la mirada fija en el suelo avancé hasta mi sitio dejando caer mi trasero en la silla. Esparcí los libros en la mesa sin levantar la vista en ningún solo momento. Cogí el bolígrafo y me preparé mentalmente para alzar la vista. Tomé una, dos hasta quince respiraciones antes de levantar la cabeza.

—Clonc – Murmuré cuando me encontré de golpe con una escena que hizo que mi corazón saltase en mi pecho para luego retorcerse dolorosamente.

Blake acababa de entrar por la puerta. Tenía el cabello húmedo tapado con un gorro azul marino y su habitual cazadora de cuero. Estaba irremediablemente sexy como siempre y obviamente mi organismo empezó a segregar hormonas inhibiendo parte de mis funciones cerebrales. 

—Otra vez tarde – El maestro entrecerró los ojos en su dirección.

—¿No ves? —Sonrió prepotentemente.

El hombre presionó sus sienes al tiempo que mordía su labio. No quería hacer nada porque había tenido ya problemas con ciertos padres por su mal lenguaje. Por lo que le dejó pasar. 

Blake sacudió la cabeza antes de tomar asiento en la última fila justo dos pupitres detrás de mí. La tentación de mirar hacia atrás nació en mi pecho con impresionante ansiedad.

Tiroteé la carne de mi labio frenéticamente al tiempo que intentaba concentrarme en la lección de matemáticas B. A veces me preguntaba por qué el destino era tan cruel y las matemáticas más importantes en mis cuatro años de secundaria fueran enseñadas por aquel individuo que bufaba ante mala respuesta.

—¿Lo habéis entendido? — Preguntó con cierto deje de molestia en su voz.

La contestación fue afirmativa, era simple lo que acaba de explicar,aún en caso contrario de no haberlo entendido cualquier alumno prefería preguntar a los empollones. Incluyéndome entre ellos.

Tras cincuenta minutos insufriblemente lentos donde mi cuello picaba donde los ojos de Blake se clavaban en mi nuca (tal vez solo fuesen imaginaciones mías) tenía que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para aferrar el bolígrafo y seguir escribiendo en vez de girarme; el timbre sonó.

Pasando una mano por mis cabellos rubios alborotándoles suspiré derrotada. Por fin. 

—Annabeth ¿estásbien?

Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora