CAPÍTULO VEINTISÉIS "No, tú eres mi favorita"

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Apoyé mi fría mejilla sobre el libro que acaba de terminar de leer. Suspirando atrapé la carne de mi labio inferior entre mis dientes, impidiendo que el flujo de sangre llegase hasta ella convirtiendo la carne en blanquecina.

Llevaba menos de veinticuatro horas castigada y ya sentía como me marchitaba lentamente. Giré sobre mi costado, quedando acostada boca arriba bajo la cama.

Porque sí, estaba debajo de la cama. Estar encerrada en sitios pequeños me ayudaba desde que era pequeña.

Sin embargo no podía combatir con el aburrimiento que serpenteaba por mis venas como una enfermedad infecciosa.

¡Necesitaba aire!

Me balanceé sobre mi peso impulsándome fuera. Tomé una áspera bocanada de aire cuando me encontré tumbada panza arriba sobre la alfombra peluda de fibras rosas.

Sabía que lo que había pasado estaba mal. Básicamente mi padre me encontró dándome el lote apasionadamente en mi habitación. En sujetador. En mi cama.

«¡Eres tan estúpidamente estúpida! »

Normalmente lo habría rebatido pero era consciente de que tenía razón. Había sido una completa idiota. Pero no podía evitarlo, Blake me hacía perder el control de formas que desconocía.

Unos golpes en la puerta me alarmaron haciendo que mi cuerpo saltase hasta quedar incorporada sobre mis codos.

—Annie, tu comida – La voz de mi primo llegó desde el otro lado de la puerta de forma amortiguada.

—Voy. —Mi voz sonó pastosa del tiempo que llevaba sin hablar.

Apoyé mi peso en su totalidad sobre la planta de mis pies y los deslicé con pereza sobre el suelo. Mi cabello rubio caía en desordenadas hondas sobre mi espalda y hombros y aún llevaba puesto el pijama. No valía la pena vestirse para pasarse el día entero en el cuarto.

Mis dedos rodearon el frío pomo de la puerta al tiempo que giraba mi muñeca. Di un pequeño tirón sin que se abriese.

—Espera, espera que no quité la llave – Rió mi primo suavemente.

Puse los ojos en blanco mientras cruzaba mis brazos sobre el pecho.

La puerta se abrió con un suave chasquido mostrando el pecoso rostro de mi primo que me dedicó una adorable sonrisa. Bajé mi vista hacia sus manos.

—¡No! ¡Más brocoli no! — Gemí dejando que mi cuerpo cayese sobre el suelo con un golpe sordo.

Samuel se encogió de hombros.

—Lo siento, cumplo ordenes – Empujó con el talón la puerta dejando medio cuerpo internado y medio cuerpo fuera.

Fruncí el ceño extrañada mientras metía las manos en su bolsillo y buscaba algo impreciso. Una sonrisa se formó en mis labios arrugando las comisuras de mi boca cuando la chocolatina rellena de caramelo cayó entre mis piernas cruzadas.

Sam apoyó un dedo sobre sus labios y me dejó el plato antes de marcharse cerrando la puerta con llave tras de sí.

¡Chocolate de contra bando!

Hundí mis dientes en la deliciosa superficie de la chocolatina con los ojos entrecerrados disfrutando de la dulce explosión de sabor en mis papilas gustativas.

Un proyectil pétreo impactó en el cristal de mi ventana. Volví la cabeza con rapidez en su dirección.

Mis cejas se alzaron debido a la incredulidad.

¿Qué demonios..?

Corrí hasta la ventana a cuatro patas dejando el chocolate a medio comer junto al plato de brocoli hervido que mis padres mi hacían comer día tras día. Debería denunciarlos por mal tratos.

Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora