CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS.Perfecto. Simplemente perfecto.
Cuatro notas se filtraron por mi sistema auditivo haciendo que una pequeña explosión golpease el interior de mi cabeza. Gruñí débilmente tiroteando del dobladillo de la sábana hacia arriba, resguardando mi nariz. Apreté con fuerza mis párpados. Me negaba categóricamente a despertarme. Sin embargo los silbidos de sinsajo no cesaron. De hecho fueron en aumento reduciendo los intervalos en los que eran mandados.
Gemí desesperada estirando mi brazo fuera de la comodidad de mi cama aferrando mi móvil que reposaba en la mesilla sacudiéndose nerviosamente por los mensajes.
Deslicé mis dedos por la pantalla táctil.
Novecientos noventa y tres mensajes de tres chats.
Mis ojos se abrieron sorprendidos al tiempo que mi ceño se fruncía debido a la perplejidad que esa cifra causó en mi cerebro.
Con miedo abrí la aplicación que trabajosamente se puso en funcionamiento. Tres. Entre tres personas había sido aquel intento de explosionar mi móvil. Jake. Blake. Y...¿desconocido?
Guiada por la curiosidad me metí en el número que no tenía agregado. Eran noventa y nueve los suyos. La pereza se sobrepuso por lo que leí los dos últimos.
-¡Ann! Ayuda...está loca.
-Se ha presentado en la cafetería a acosarme.
No había duda por la foto de perfil del propietario del móvil. Ni más ni menos que Logan. No recordaba que hace cosa de un mes le había dado mi número a cambio de aquel café. Maldito café.
Tecleé una respuesta seguida de una emoticono de sueño.
Los otros me daban miedo ambos. Suspiré mordisqueando mi labio. Los mensajes de Jake iban de forma evolutiva. Primero preguntándome si había llegado bien, después de diez del mismo estilo comenzaban a ir progresivamente cayendo en una preocupación profunda. Él último era de hace tres minutos por lo que contesté asegurando que ningún oso me había comido durante el camino ni me había atropellado un coche que estaba perfectamente y que nos veríamos en clase.
Los de Blake...simplemente no supe como contestarles.
Me levanté apartando las sábanas de mala gana de delante. El día estaba completamente encapotado y amenazaba con lluvia.
Perfecto. Simplemente perfecto.
Encima me moría de sueño. Durante el transcurso de la noche mi mente me había martirizado tanto con sueños y pesadillas. En unos me encontraba cayendo en picado con las nubes rompiéndose a mi paso y en otras estaba encerrada en un asfixiante y oscuro lugar. Y...aquel maldito recuerdo que seguía grabado en mi mente.
Me vestí con desgana pasando unos gordos vaqueros por mis piernas pálidas y tras pasarme una sudadera negra por la cabeza me hice una coleta decidida a no peinarme. Elección que inmediatamente cambié cuando me revisé en el espejo.
Mi dedo se presionó sobre el intruso en mi frente. Hice una mueca. Jodido acné. Jodidas hormonas. Arrastré mi flequillo hacia delante pero el condenado a parte de ser grande y visible estaba en un punto estratégico que mi cabello no podía tapar. Golpeé mi cabeza sacando mi largo cabello rubio por delante. Lo tapé. Pero también una parte considerable de mis ojos. Suspiré derrotada. Era todo lo que podía hacer.
Además daba la bonita casualidad que Andrés había venido a visitarme.
Busqué mis zapatillas pero incapaz de encontrarlas me hice con las pesadas deportivas de gimnasia. Enfurruñada por el nefasto comienzo de la mañana me eché la mochila al hombro y descendí mascullando insultos contra el mundo las escaleras.
ESTÁS LEYENDO
Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015
Ficção AdolescenteMi nombre es Annabeth Gwendolyn Leslie Smith York Thomas, aunque podéis llamarme Ann. En mi vida no existe ningún grado de normalidad palpable. ¿Por qué? Comencemos con mi familia, tengo dos padres gays a los que amo más que al chocolate, dos madre...