CAPÍTULOTREINTA Y CUATRO. Me quiero morir.
Soy imbécil. No hay forma alternativa de mirarlo, una completa imbécil.Suspiré mientras giraba para quedar acostada en un lateral de la cama, quería dormir pero lo que había hecho esa misma tarde me perseguía nada más cerraba los ojos.
¿Porqué debería sentirme culpable? Tampoco era el fin del mundo. Pero aunque intentase pensar de otra forma era incapaz de mirar lo sucedido como algo distinto a un error.
Tiré de las sábanas fucsias para quedar tapada bajo ellas con la cabeza contra el colchón y mi cabello formando una cortina entre el mundo exterior y mis alocados pensamientos. Mis ojos seguían enfocados en la parpadeante pantalla de mi dispositivo móvil. Ni un mensaje, ni una llamada, ni un aquí te mueras de parte de Blake. De hecho cuando salí prácticamente corriendo de su cuarto ni se molestó en cruzar una palabra conmigo.
¿Qué mierda le pasaba?
Había sido idea suya, todo había sido idea suya y yo con mi impresionante imbecilidad lo había seguido. Al menos esperaba una llamada de su parte.
Volvía girar esta vez quedando desparramada sobre el colchón con mis brazos colgando fuera de la ropa de cama. Cerré los ojos sintiendo una ansiedad en mi pecho que preludia el llanto.
Apreté los párpados, no quería llorar pero mi respiración era cada vez más irregular en el interior de mi pecho y antes de que pudiese evitarlo el primer sollozo escapó de mi garganta.
Enrollé mis brazos alrededor de la almohada tirándola contra mi pecho en un abrazo en un intento de consolarme yo misma.
Pero continuaba llorando cada vez un poco más fuerte hasta que se convirtió en un pequeño ataque de ansiedad. Había pasado por muchas situaciones en mi vida, como cuando George se empeñó en que debería aprender a dormir sola, ignorando mi llanto en contra de Jackson que buscaba un hueco para venir corriendo a abrazarme. Lloréy lloré. Era una rabieta de niña pequeña, desde entonces apenas había llorado más allá de cosas estúpidas.
Pero esta vez me dolía.
Dolía tanto que terminé elevando la voz hasta que retumbó en la silenciosa quietud de la casa. Me hice un bulto más pequeño abrazando la almohada ya empapada de lágrimas intentando controlarlos espasmos que acompañaban al llanto.
—¡Annie! —La voz de mi padre fue acompañada por el sonido de la puerta abrirse. —¡Mi niña!
La luz se encendió. Las sábanas fueron arrebatadas cariñosamente de mi cuerpo para ser sustituidas por los brazos de mi padre. Sollocé más fuerte.
—Annabeth...¿qué te pasa cielo? — La mano de George acudió a mi hombro. —¿Estás enferma? ¿Te duele algo?
Mordí la carne de mi labio con fuerza sorbiendo por la nariz los mocos que empezaban a gotear de mi nariz. Respiré con fuerza intentando controlar el flujo de lágrimas que descendían por mis mejillas.
—Osita tranquila –Una de las grandes manos de mi padre (Jackson) comenzó a peinar mi alborotada melena rubia.
Respiré irregularmente antes de apartarme levemente de mi padre cuyo caro pijama de seda estaba revuelto y salpicado por mis lágrimas.
—La he cagado – Cerré los ojos con fuerza.
Mis padres me observaron seguramente estudiándome en silencio con cuidado de no tocar la tecla equivocada. No querían que llorase y todo mi cuerpo se esforzaba en mantener las lágrimas recluidas en mis ojos.
—¿Cómo? Annabeth ¿qué ha ocurrido? —Preguntó George sentándose a mi lado en la cama.Rodeada de la fuerte presencia de mis dos padres sentí una cálida sensación en mi estómago. Confianza. —No pasa nada amor.
Arrugué la nariz frotando con vehemencia mis cansados y enrojecidos ojos.
Una cuenta atrás comenzó en mi cabeza preparando a mi sistema nervioso y concretamente a mi cerebro a soltar la información que llevaba horas torturándome. Fijé mi mirada por última vez en la pantalla del móvil, el único movimiento patente en él era las notificaciones de Wattpad y un WhatsApp de Jake.
3..2...1...
—Blake...yo...eso.
(...)
No faltó más explicaciones para que saltara el caos en mi habitación.Tuve que explicarlo todo después de que Jackson se encargase de traerme una tarrina completa de chocolate Carte Dior para que hundiese la cuchara entre cada oración que escapaba de mis labios.
Ahora me encontraba lamiendo la cuchara del helado con los ojos ardiendo debido a las lágrimas derramadas sentada en el sofá cubierta con una manta sin saber que decir o hacer para calmar la situación.
Tanto Jackson como George habían pasado por distintas etapas al recibir la noticia. George al principio se quedó callado procesando la información como me ocurría a mí cada vez que recibía una noticia que no encajaba para que posteriormente su rostro se deformase en una mueca extraña y comenzase a dar silenciosos paseos por el pasillos.Jackson chilló y comenzó su actuación madre ultra dramática. Lo peor es que el resto de mi familia venía de camino.
No me habían regañado. Sorprendentemente. Para ellos la culpabilidad residía en Blake. Por descontado me habían prohibido verlo.
¿El problema? Necesitaba verlo.
Quería aclarar las cosas. Necesitaba hacerlo, además mi masoquista corazón se retorcía con dolor ante la idea de alejarme de él.
—Juro que le cortaré a su amiguito por haber hecho daño a nuestra niña. ¡Va a ver de lo que soy capaz! —Exclamó Jackson haciendo que pegase un brinco asustada en el sofá. Me fijé en lo que llevaba entre los dedos.
—¡Suelta esas tijeras cariño! ¡No hay qué perder los papeles! — Habló mi padre para tranquilizarle.
Jackson se volvió con rapidez.
—¿¡No hay que perderlos papeles?!¿¡Quién ha perdido los papeles!? —Chilló tan alto que Sam sentado en el sofá individual alzó bruscamente la cabeza asustado.
—Jackson... — George se acercó a mi acelerado padre con cuidado como si de un animal salvaje se tratase – Relájate...
—¡No me trates como a una histérica! — Le señaló con las tijeras.
Resoplé irregularmente. Mis padres eran...especiales. Pero sin duda no podía haber pedido unos mejores o más comprensivos. Tal vez un poco más equilibrados...
Hurgué entre los cojines del sofá en busca de mi móvil. Con el dispositivo entre mis dedos desbloqueé la pantalla mostrando la imagen de fondo que consistía en una fotografía de Jake sujetándome sobre sus hombros en el circuito de Barcelona hace dos años. Sonreí viendo mi cara sonriente y mis dedos tirando de la camiseta negra con un 93 que llevaba.
Mordí mi labio culpable al recordar el mensaje que no había leído de mi mejor amigo. Suspirando interné en la aplicación desierta,normalmente solo tenía su chat abierto por lo que no me costó encontrarle.
Elhámster atontado de mi cabeza se fijó en la foto de perfil de miamigo. Aparecía solo, cuando hace un par de horas estaba una en la que él y Emma salían en actitud acaramelada.
¿Podría ser...?
«Annie, necesito hablar.Emma y yo...cortamos. Definitivamente. La pillé dándose el lote con el nuevo camarero multi perforaciones. Ayuda – Jake. »
Comencé a teclear en la pantalla.
—Papis... —llamé la atención de la pareja que seguía centrada en la discusión por las tijeras – Necesitamos más helado de chocolate. Jake viene decamino con un corazón roto corneado.
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Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015
Novela JuvenilMi nombre es Annabeth Gwendolyn Leslie Smith York Thomas, aunque podéis llamarme Ann. En mi vida no existe ningún grado de normalidad palpable. ¿Por qué? Comencemos con mi familia, tengo dos padres gays a los que amo más que al chocolate, dos madre...