CAPÍTULO VEINTE. "Los chicos malos besan jodidamente bien"

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Los labios de Blake acariciaron los míos. Cerré los ojos sintiendo una eléctrica convulsión que sacudió mi ser, alborotando mis niveles hormonales. Las manos de mi vecino bajaban lentamente por mis hombros mientras sus labios se movían contra los míos con apasionada ferocidad. Jadeé sobre ellos, hasta la última gota de oxígeno escapó de mis pulmones.

Torpemente alcé mis brazos, entrelazándolos tras su nuca. Blake presionó mi cadera, juntándonos por el ombligo. Una oleada de calor chisporroteó en mis venas.

Dios.

Mi cerebro bailaba drogado en mi cabeza mientras la sangre caliente zumbaba en mis sienes. Me alcé de puntillas, permitiendo así una mayor profundidad en el beso. Jamás había sido besada antes y mis inexpertos labios se esforzaban por mantener el ritmo. Blake apartó una mano de mi cadera para alzarla hasta mi barbilla. Sus dedos se movían delicadamente en la piel de mi mentón mientras sus labios me saboreaban duramente.

Su juguetona lengua salió para lamer mis labios mientras Blake se encargaba de abrir mi boca con la suya. Mi estómago se contrajo por la nueva profundidad del beso. Simplemente me dejaba llevar, arrastrada por la mejor sensación que había sufrido en mis breves dieciséis años de vida.

Las hormonas corrían por todo mi cuerpo en una sofocante marea.

El ritmo fue aumentando, los movimientos se volvieron duros, ahogándome en ellos. Gemí suavemente cuando chupó mi labio para posteriormente morderlo.

Todas esas novelas tenían razón, los chicos malos besan jodidamente bien.

Se separó rompiendo el beso. Mi acelerada respiración sacudía mi pecho. Blake con la frente apoyada en la mía acarició mis párpados cerrados con dulzura.

Abrí los ojos con lentitud, sintiendo como se rompía el hechizo. Lamí mis labios hinchados y más sensibles, un nuevo sentimiento se había instalado en mi pecho.

Añoranza.

Quería volver a besarle.

Pero no debía.

—Blake...—suspiré, intentando controlar mi alborotado estado. —debería, debería irme...

Mis palabras se perdieron en sus labios. Un roce efímero que rompió mi voluntad y aflojó mis rodillas. Me apoyé en la pared que me mantenía sujeta.

—¿Por qué tan correcta siempre angelito? — Cada palabra era un provocador roce de nuestros labios que hacía saltar mi corazón en mi pecho. — Llevo demasiado tiempo esperando esto.

—Pero..

El sentido común batallaba por entrar en mí. Pero su presencia, su cuerpo aún tan cerca, sus dedos aún sobre mi piel...¡era tan difícil!

—Dejame besarte hasta que no recuerdes donde estás, Annabeth.

Temblé, mi nombre susurrado con su voz tan ronca mandó escalofríos por mi cuerpo. Su grueso dedo acarició mis labios, su áspera yema impulsaba impulsos nervioso por mi cuerpo.

¡A la mierda todo!

Mis manos tiraron de su nuca, nuestros labios volvieron a tocarse. Las comisuras de los de Blake se alzaron contra los míos antes de empezar a besarme de nuevo.

Todo sentido común
Él tenía razón, mis pies no rozaban el suelo, no me acordaba de nada, absolutamente de nada. Sus labios eran todo para mí en ese momento mientras mi corazón explotaba, deslizando sangre deliciosamente caliente y chispeante por mis vasos sanguíneos.

(...)

Me colé en casa sin hacer el mínimo ruido. La puerta se cerró lentamente a mi espalda. Lancé una mirada por encima de mi hombro viendo a Blake que terminó de cerrar. Suspiré débilmente.

Avanzando de puntillas sobre el reluciente suelo que se quejaba cuando pasábamos por él.

Mordí con fuerza mi labio mientras Blake me chistaba divertido.

Pasé una mano por mi desordenado cabello con restos del frío y la humedad de la noche que se me pegaba a la piel.

—Hasta mañana — se despidió Blake cuando me coloqué en el primer escalón.

Asentí, concentrándome en los chirriantes escalones que me esperaban.

Mientras mis pies se movían silenciosos, mi mano apoyada en el tibio metal de la barandilla me ayudaba a guiarme en la oscuridad.

Una vez en mi habitación me lancé contra la cama. Me di la vuelta, quedando boca arriba sobre el colchón, mi pecho subía y bajaba rápidamente ante los recuerdos de aquella noche.

—Dios... —coloqué una mano sobre mi frente.

Intentaba dejar de sonreír, pero me era imposible.

«Eres tan ridícula Ann ...»

Puse los ojos en blanco y rodé sobre mi costado, quedando acostada con el rostro enterrado entre las sábanas. Poco a poco me abandoné ante el sueño que se filtraba por mi sistema, hasta que caí en la inconsciencia.

(...)

—¡Annie!

Abrí los ojos de golpe, con el corazón asomando en la garganta. Tal fue mi sobresalto que al encontrarme tendida en el filo del colchón me sacudí lo suficiente para caer.

Con la moqueta contra la mejilla miré alarmada a Jackson que se encontraba en la puerta con una extraña expresión en el rostro.

Me incorporé lentamente frotando mi rostro donde me había golpeado.

—¿Papu? — Pregunté soñolienta.

Mi padre arrugó el ceño, juntando sus oscuras cejas. Era tan extraño verle enfadado que un amargo regusto sabor a preocupación se palpaba en mi boca.

—¿Qué significa esto? —Me mostró una chaqueta rosa arrugada que juraría que antes estaba en la desordenada silla sepultada por prendas de ropa.

Lamí mis labios totalmente perdida sin decir palabra.

—Annabeth Gwendolyn Leslie...¡¿por qué huele a perfume masculino?!

Mis labios quedaron en una perfilada "O" mientras mi conciencia se descojonaba de mí.

«¡Te pillaron! ¡Esto va a estar bien! »

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Sin más dilación me despido, ¿os ha gustado el capítulo? Dejad vuestra opinión.

Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora