El viento incrementado por la velocidad azotaban la piel fría de mis mejillas. Blake avanzaba hábilmente entre los coches, deslizando la gran moto con una facilidad sorprendente.
Mis manos entrelazadas sobre su vientre tenían los nudillos blancos debido a la presión con las que las tenía sometida.
Era una sensación increíble, la adrenalina corría en torrentes por mis venas y arterias haciendo que mi corazón latiese salvajemente contra mi caja torácica. Si cerraba los ojos me imaginaba volar lejos, por un cielo de asfalto.
Mordisqueando mi labio inferior abrí los ojos, entre mis rizadas pestañas podía ver el cielo grisáceo sobre nosotros y como nos acercábamos al bloque de apartamentos que ocupaban mis madres.
Paulatinamente Blake fue reduciendo la velocidad hasta que frenó justo en la entrada del enorme edificio de cemento.
Mi cuerpo aún totalmente pegado al suyo con los nervios crispados se alejó con torpeza.
—Su parada, my lady. — Susurró la ronca voz de Blake.
Sus manos abandonaron el manillar para deslizarse por mis piernas.
—¿¡Qué haces?! — Exclamé.
Blake no contestó, sus manos terminaron de subir, ejerciendo una leve presión. Se incorporó, bajándome de la moto junto a él.
La desgastada suela de mis All Stars negras rozaron la agrietada acera que conducía a la entrada del alto bloque. Blake se quedó observándome apoyado en el enorme vehículo de metal. Tragué saliva incómoda.
Iba a girarme para acabar con ese tenso momento lo más rápido posible, pero unos calientes dedos me retuvieron.
Un simple roce que provocó que mi estúpido hipotálamo mandara medio litro de hormonas por mi descontrolado cuerpo.
—¿No vas a darme las gracias? Eso no es educado por tu parte. — Negó con la cabeza.
Suspiré entre dientes apartando los mechones rubios de mi frente.
—Tienes razón, —tercié a regañadientes. Al fin y al cabo me había traído hasta aquí. —Gracias.
Blake acarició su barbilla lentamente.
—¿Sólo? Creo que lo puedes hacer mejor, ¿no crees?
Di un tambaleante paso hacia atrás, mis cejas se alzaron mientras que mis labios se fruncían en una mueca confusa.
—¿Cómo? Ya te dije gracias, no comprendo.
Mi nuevo vecino lamió sus labios con su larga lengua y cruzó sus brazos sobre el pecho. Las mangas se flexionaron sobre sus tensos músculos. Aparté velozmente la mirada de sus brazos azorada.
Alcé los hombros.
—¿Qué quieres?
Los dientes de Blake tiraron de carne de sus labios en un acto que hizo que centenares de mariposas se instalasen en mi vientre.
«Debes mirartelo, ¿eh? ¡Esto no es normal! Ya de paso vemos tu cansancio matutino... »
La dura suela de sus botas golpearon el asfalto hasta detenerse a un metro escaso de mis zapatillas de tela sucia.
Sus dedos acudieron a mi barbilla, obligándome a alzar el rostro. De nuevo su oscura mirada se posó en la mía. Mis dientes apresaron mi mejilla por dentro.
—Un beso.
Mis ojos se abrieron desorbitadamente, sentí mi mandíbula aflojarse.
—¿Q-Qué? —Al parecer el calor que se agazapó en mis mejillas impedía destrabar mi lengua.
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Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015
Ficção AdolescenteMi nombre es Annabeth Gwendolyn Leslie Smith York Thomas, aunque podéis llamarme Ann. En mi vida no existe ningún grado de normalidad palpable. ¿Por qué? Comencemos con mi familia, tengo dos padres gays a los que amo más que al chocolate, dos madre...