CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS. Una indirecta muy directa

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CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS. Una indirecta muy directa.

Llegar por segunda a la casa totalmente empapada con la ropa pesada y chorreando sobre la madera del porche y mi cabello rubio pegado a mi cráneo no era un hecho bien encajado por mis padres que me echaron una leve reprimenda argumentando que iba a terminar resfriada.

No lo dudaba.

Después de haberme cambiado de ropa seca por segunda vez en el día y secarme el cabello con una fuerte ráfaga del secador de Jackson bajé a cenar. La velada fue tranquila, todo parecía normal. Aunque mi pie se movía contra el suelo inquieto mientras intentaba concentrarme en mi comida, ensartando con el tenedor los trozos de carne procurando no levantar la vista del plato fingiendo estar más que concentrada en la labor. Los ojos de Jake no se separaban de mí en un solo momento provocando que un agobiante calor corriese por mi nuca hasta persistir en mis mejillas donde parecía haber montado su campamento.

Por suerte pronto acudieron a los temas de conversaciones la disparatadas anécdotas que nos habían ocurrido. Reí entre dientes recordando el episodio del conejo en nuestra cocina.

Cuando llegó mi turno de narrar alguna me decanté por la vez que mis padres perdieron mi osito de peluche en el metro de Madrid. Jackson estaba dispuesto a subirse a un tren para alcanzarlo. Obviamente eso se denominaba colisión y lo que inicialmente era un viaje por la ciudad resultó ser un viaje por los metros.

Encontramos al oso.

Al terminar de cenar mi madre nos mandó a dormir. A la mañana siguiente nos harían madrugar. Eso podría ser maltrato infantil.Madrugar. En vacaciones.

Compartía habitación con Asthon y Jake ya que la otro había sido ocupada por Juan y Sam por lo que mi amigo se vio obligado a trasladarse a la nuestra.

Negándonos a dormir movimos las camas y sacamos las sábanas formando una tienda de campaña con ellas. Nunca se es del todo mayor para hacerlo ¿no?

Abracé el cojín que sostenía entre mis brazos apoyando la cabeza en él observando la partida de cartas de los chicos. Cartas especiales por supuesto. Cortesía de Rachel.

—¡Gané!— Mi hermano elevó los brazos a modo de celebración.

Reí divertida ladeando la cabeza hacia Jake.

—¿Qué ocurrió Chase? No eres tan bueno ¿eh?

Jake me lanzó una mirada de falso enfado.

—Cambiemos de juego, anda.

Algo en mi cabeza hizo ¡clic!

—¡As!¿No tenías que contarnos algo?

Las mejillas de mi hermano adquirieron una vergonzosa cantidad de rubor.Sus ojos desenfocados se posaron en mi figura.

—¿Cómo se llama?¿La conozco?¿Cuántos años tiene?

—Creo que deberías dejarle tiempo para contestar — Propuso Jakedivertido.

Les aqué la lengua.

—Se llama Amy —comenzó mi hermano jugando nervioso con las mangas de su pijama — No sé si la conoces, vive en mi edificio, tendrá nuestra edad.

Apresé la carne de mi labio entre mis dientes. Puede que la conociese.Fruncí el ceño concentrándome en los recuerdos de alguna chica en el edificio donde residía la otra mitad de mi familia. Una sacudió con fuerza al monitor de mi cabeza. La que me atropelló en las escaleras.

—¿Tiene mechas?¿Ojos castaños?¿No muy alta?

Asthon arrugó los labios.

—Sí.Creo que Liam mencionó lo de las mechas.

Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora