CAPÍTULO TREINTA Y DOS."El infierno"

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CAPÍTULO TREINTA Y DOS. El infierno.

Desde luego era tonta. Simple y llanamente tonta. ¿Cómo no había llegado a esa conclusión? Cuanto más pensaba en ella más obvia me resultaba. El hombre cuyo caso llevaba mi padre desde hace menos de un mes, el cual me encontré en su despacho era el padre de Blake.

«¡Qué idiota eres!»

Puse los ojos en blanco ante la apuntamiento poco productivo de mi conciencia rompiendo la tableta de chocolate que sujetaba entre mis dedos. No comprendía el hecho de que me importase mi reciente descubrimiento. No debería influir en...lo que quiera que tuviese con Blake.

Otro problema que me carcomía por dentro.¿Qué clase de relación tenía con Blake?¿Tenía alguna?¿Era más un rollo tipo amigos con derecho qué otra cosa?

Aparca la vaca vaquera que no podemos procesar tan rápido.

Suspiré golpeando mi nuca con la suavidad de la almohada de plumas que se hundió bajo el peso de mi cabeza mientras impulsaba mis manos hacia arriba hasta que se estrellaron en mi rostro.

Mis padres después de la comida me habían aconsejado que debería descansar por lo que había sido relegada a mi habitación, para cercionarse de que no me quedaría ni leyendo ni escuchando música se libraron de mis libros y mi teléfono.

Giré sobre la cama para quedar con la cara totalmente hundida entre las sábanas y llevando mis brazos a ambos lados del colchón hasta que colgaron de ellos. Justo en el precioso instante en el que el sueño empezó a correr como una sustancia somnífera por mis venas y la agradable sensación de la perdida de consciencia se quedó instalada en mi cabeza un golpe en el cristal me hizo saltar.

Maldiciendo por lo bajo quedó levemente incorporada sobre mis codos, mi pelo descendía en cascada sobre mi rostro taponando mi visión. Un nuevo golpe me sirvió para descartar la idea de que simplemente me lo había imaginado.Aparté la densa capa de pelo con una mano mirando por encima de mi hombro en dirección a la ventana.

Me sonrió con una mueca burlona ladeando la cabeza.Me impulsé para quedar sentada sobre mis piernas cruzadas de cara a la ventana. Blake golpeó con los nudillos el cristal y señalando el cierre que yo misma me había encargado de echar antes de tumbarme en la cama. Aparté los restos relucientes de la chocolatina de la colcha al tiempo que me encogía de hombros.

—¿No me vas a abrir? —Su voz llegó amortiguada pero perfectamente clara.

Negué ofreciéndole una sonrisa inocente de disculpa.

El chico negó con la cabeza riéndose. Acomodó mejor su peso en la repisa al tiempo que hundía una mano en el bolsillo de la cazadora de cuero que siempre le acompañaba. Empequeñecí los ojos en su dirección.

¿Qué tramaba?

Sacó una pequeña barra de metal con un pequeño extremo arqueado. Parpadeé sorprendida ante eso. Ese simple gesto mandó un impulso nervioso que furioso pasó por mis nervios sin tan siquiera detenerse en mi cerebro para acudir a los músculos de mis piernas que me hicieron saltar para quedar de pie a un metro escaso de la ventana.

Las cejas de Blake se alzaron al tiempo que la sonrisa que tenía esbozada en su rostro se ensanchaba. Hizo un amago de empezar a forzar la pequeña cerradura. No dudaba que lograría hacerlo. Instintivamente y sin meditarlo demasiado abrí yo misma el cierre.

Los siguientes instantes fueron confusos. Di un tambaleante paso hacia atrás prácticamente tropezando con el borde de la alfombra cuando Blake impulsó su cuerpo por la ranura de la ventana. Sus brazos apretaron mi abdomen llevando mi cuerpo que chocó contra su pecho. Jadeé contra su camiseta. La respiración de mis pulmones comenzó a tornarse irregular y el latido de mi corazón contra mis sienes apenas me hacía escuchar a mis pensamientos.

¡Blake me estaba abrazando! Y algo se removió bruscamente en mi interior.

Cerré los ojos incapaz de responder de alguna forma cuando mis brazos querían envolverse entorno a su cuello. Una de las grandes manos de Blake pasaron por mi pelo hasta terminar en la curva de mi cuello, tirando del pañuelo blanco que él me había obligado a ponerme debido a las amoratadas marcas que me había hecho hace horas en el baño.

Micerebro chillaba en el interior de mi cráneo por controlar el flujode hormonas y sentimientos que habían tomado el control en mi sistema. Tanta cercanía me volvía rematadamente loca en un aspecto que jamás había conocido.

Estaba rematadamente enamorada de ese imbécil.

Tan siquiera me había percatado de como había ocurrido. Nada más conocerle algo no había andado bien conmigo.

Joder,mi vida parecía la típica novela de adolescentes. Tal vez no tan típica..

—¿Angelito? —Murmuró el chico contra la piel de mi cuello que se puso inmediatamente de punta.

—¿Uhm?

Las manos del chico sujetaron mis hombros.

—¿Quieres ver el infierno?

Fruncí el ceño confusa.

—¿Perdón?

Blake me dedicó una sonrisa que provocó que un escalofrío serpentease por mi espalda.

(...)

—¡Bienvenida al infierno angelito! —Bramó Blake abriendo la puerta.

Me quedé quieta en el umbral de la puerta contemplando a mi alrededor. Una gran cama de matrimonio con una colcha azul marino estaba desplazada contra la pared contraria a la ventana, una enorme mesa oscura se situaba en el otro extremo repleta de aparatos electrónicos. Había un armario medio abierto que mostraba varias prendas y cuyos alrededores estaban cubiertos de zapatillas. En una esquina había una televisión de plasma negra sobre una pequeña mesa, bajo ella una XboxOne con los mandos. Estaba medio ordenada, seguramente por el hecho de que no llevaba mucho tiempo habitada.

La habitación de Blake. El diablo. El infierno. Ahora lo entendía.

«¡Duh! Lenta...»

Di un tímido paso al interior.

—¡Oh venga! Ven — Sujetó mi cuerpo por los antebrazos para impulsarme contra él.

Le miré asustada. ¿Por qué estaba asustada? Ni idea. Tal vez la sensación de estar en su cuarto me incomodaba. Por suerte no había nadie en su casa cuando llegamos. De hecho no había conocido a ningún miembro de la familia de Blake. ¿Tenía hermanos? No lo sabía.Tan siquiera había conocido a su madre, a su padre sí pero de forma totalmente fortuita.

—¿Te gusta?

Mordí mi labio nerviosamente tirando de la carne de este con los dientes.

—Esta bien. Me gusta — Tosí intentando enmascarar mis nervios.

—¿Estás nerviosa?

No los oculté tan bien.

—¿Yo? Para nada —Retrocedí, pero las manos de Blake sujetándome no me dieron mucho margen.

—¿Te pongo nerviosa angelito? — Murmuró bajando su rostro y golpeando nuestras narices.

«¡Mucho! No sabes como le late el corazón en estos instantes.»

Tragué saliva intentando controlarlo.

—No. ¿Por qué lo dices?

Ladeó la cabeza examinándome abrumadoramente cerca.

—Tal vez tenga que intentarlo con más fuerza. —Rió —Aviso, te voy a besar y puede que cuando lo haga no pare.

Jadeé.

¿Qué mierda?¿Por qué no decía nada? Mi cerebro intentaba empujar palabras a mis labios desesperado. Pero la conexión parecía irremediablemente cortada. El pañuelo que llevaba sujeto a mi cuello se deslizó rápidamente contra la piel de mi nuca para a continuación salir disparado y caer lejos en algún lugar de la habitación.

No tuve más tiempo de reacción ya que los labios de Blake se presionaron contra los míos de forma ansiosa.




¡Mayday! ¡Mayday!

Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora