Hundí mis labios en el cremoso pegote con sabor a chocolate. Cerré los ojos sujetando el cucurucho de galleta endeble que se quebraba lentamente.
—Entonces...¿crees que le gustará? — Preguntó Jake mirando la bolsa con desconfianza.
Me encogí de hombros, mi lengua limpió los restos de chocolate que se encontraban como residuos en las comisuras de mis labios.
—Probablemente.
Arrastrando la goma de mis deportivas por el chirriante suelo del centro comercial me concentré en el helado que se derretía entre mis dedos. Con un suspiro tiré el papel que envolvía la galleta.
—¡Ya está! — Gruñí débilmente mientras me estiraba suavemente alzando mis manos al cielo.
—No vuelvo a comprarte un helado. — Comentó Jake revolviendo su cabello castaño, alzando las comisuras de sus labios.
Le saqué la lengua para seguidamente lamer los restos dulces de mis dedos.
—Tanto tú como yo sabemos que eso no es cierto querido amigo.
Los dedos de Jake guardaron un mechón de mi cabello rubio tras mi oreja cuando me detuve a su lado. Sonreí dulcemente y me balanceé sobre las plantas de mis pies.
—Tienes razón. —Rió.
Frunciendo el ceño me incliné hacia delante, cogiendo la bolsa de entre los dedos de mi amigo. Miré críticamente el regalo, era una apuesta arriesgada pero así era Teddy por lo que era lógico.
Tan lógico como echar la culpa a un duende cada vez que te equivocas.
Puse los ojos en blanco y le entregué de nuevo la bolsa de cartón.
—Yo creo que le gustará.
Retomamos el camino por el concurrido corredor del enorme edificio. Mis ojos vagaron por los rostros de las personas, totalmente absortas en su propio mundo sin echar a un vistazo a sus compañeros de aire. Deslicé la vista por los brillantes escaparates recargados por luces,colores llamativos y grandes letreros que impulsaban al cliente a un consumismo indebido; la enorme cúpula de cristal que se alzaba sobre mi cabeza permitía que la grisácea luz del día bañase suavemente el ambiente.
Mordí mi labio inferior, tirando de la sensible carne perdida en mis propias cavilaciones.
—¡Ann, Jake! —Una voz resonó en mi pabellón auditivo.
Parpadeé varias veces antes de girar la cabeza.
Mis labios se encontraban fruncidos, mis cejas levemente alzadas ocultas bajo una fina capa de cabello dorado con una estala rosa serpenteando en él.
Una chica que mi memoria identificó como Emma corría hacia nosotros. Su cabello castaño suelto sobre sus hombros volaba en suaves y cuidadas ondas, sus ojos de un cálido color miel acentuados por una fina raya negra que los hacían brillar a pesar de la pobre luz que incidía en ellos y sus perfectos labios curvados en una delicada sonrisa.
Involuntariamente mis labios quedaron en una fina línea.
Frenó ante nosotros, sin mostrar el menor rastro de fatiga.
—¿Qué tal chicos? — Apartó un mechón de su rostro y dedicó una cálida sonrisa a Jake.
—Genial, ¿y tú? — Contestó Jake.
—Perfecta.
«Obvio que está perfecta, eso les gusta a los duendes come personas»
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Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015
Fiksi RemajaMi nombre es Annabeth Gwendolyn Leslie Smith York Thomas, aunque podéis llamarme Ann. En mi vida no existe ningún grado de normalidad palpable. ¿Por qué? Comencemos con mi familia, tengo dos padres gays a los que amo más que al chocolate, dos madre...