Sentí la respiración de Jake en mi cuello. Mis ojos vagaban por el pasillo en busca de algo. Nada. Apresé mi labio entre mis dientes de forma anisosa.
De la cocina se escuchaban golpes y gritos de mi segundo padre. Como si estuviese golpeando algo reiteradamente y al mismo tiempo una mano invisible pellizcase sus pies.
Las cosquillas era algo hereditario sin línea de sangre.
Las manos de Jake de apoyaron en mis hombros.
—Creo que deberíamos ir a ver que ocurre. — Susurró sobre la piel de mi nunca.
Tragué saliva, llevando mis manos al cabello rubio que ocultaba parte de mi frente.
—Esta bien... — Suspiré. Tiré de la cremallera de mi plumas verde botella hasta bajo. Lancé lejos la prenda y sacudí mis heladas manos. —¿Qué crees que será?
Sólo recibí un encogimiento de hombros de su parte. Suspiré débilmente sintiendo un desagradable escalofrío de nerviosismo serpentear por mi columna despertando inquietos pensamientos dentro de mi alocado cerebro.
—Toma. —Volví mi rostro, Jake sostenía entre sus manos un paraguas estampado de flores que mi padre (Jackson) se había comprado durante nuestra estancia estival en Hawai. —Por si acaso.
Le miré a los ojos atónita, aún así extendí mis temblantes manos para sujetar el dudoso artefacto de defensa personal.
—¿Sabes Jake? — Me balanceé sobre las suelas de mis All Stars —Te podría romper el brazo ahora mismo y tú me das un paraguas para que me defienda.
Mi mejor amigo sonrió divertido.
—Exacto.
Puse los ojos en blanco.
Tomando una amplia bocanada de aire perfumado adelanté mi pie, dando un irregular paso más cerca de la cocina y de los gritos de mi padre.
—Cubre mis espaldas. — Siseé corriendo en dirección a la puerta.
Mis pasos se extinguieron al llegar a la puerta.
Jackson se encontraba subido sobre la encimera de mármol, todo su cuerpo inclinado hacia delante sacudiendo el cepillo sucio que se despeluzaba por las puntas de forma desesperada para espantar a lo que quiera que estuviese espantando.
Dirigí una mirada de completa perplejidad a mi padre y avancé hacia él.
—¿Qué ocurre?
Los ojos castaños del hombre que usaba el cepillo como espada volaron a los míos, aterrorizados.
—¡Annie! ¡Cuidado! —Uno de sus gruesos y cuidados dedos se alzó en el aire señalando algo bajo la mesa de madera del comedor.
Me incliné, permitiendo que los mechones de mi flequillo acudiesen de forma parcial sobre mis ojos y agudicé la vista.
Los músculos de la bestia estaban tensos cubiertos por una espesa capa de pelo blanco, sus bigotes de color amirillento se encontraban alerta, mostraba sus grandes dientes en un siseo que no fui capaz de catalogar y sus enormes orejas estaban hacia atrás.
Mis labios se abrieron completamente, sentí el color huir de mis mejillas y una oleada de adrenalina mezclada con el amargo sabor del miedo explotó en mi interior.
—¡CONEJO! —Chillé y rápidamente salté sobre la encimera de la cocina.
Me situé junto a mi padre a quien abracé.
—Oh mi pequeña no pasa nada...¡se está moviendo! ¡Vamos a morir!—Chilló rompiendo su propósito de tranquilizarme.
Escuché unos pasos sordos sobre el suelo de piedra de nuestra casa. Lentamente alcé la cabeza a tiempo para ver a Jake entrar por la puerta.
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Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015
Ficção AdolescenteMi nombre es Annabeth Gwendolyn Leslie Smith York Thomas, aunque podéis llamarme Ann. En mi vida no existe ningún grado de normalidad palpable. ¿Por qué? Comencemos con mi familia, tengo dos padres gays a los que amo más que al chocolate, dos madre...