CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE. "Que poten en paz."

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CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE. Que poten en paz.

Puede y sólo puede que Teddy disfrutase haciendo sufrir a su hermano. Ya que en la forma que se abalanzó sobre el pobre Jake no era muy cariñosa. Sus preguntas rebotaban en mis oídos mientras me dedicaba a remover el café que yo misma me había preparado en la cara cafetera de los padres de los chicos.

Por suerte Jake parecía acostumbrado ya que logró salir prácticamente ileso de aquel farragoso asunto. Aún con la cuchara entre mis dedos me agaché dando un ligero sorbo a mi mezcla.

—La verdad siempre supe que terminaríais juntos. —Comentó su hermana satisfecha revolviendo el cabello del pequeño.

Jake no tardó en replicar.

—En realidad...

—Oh vamos — le interrumpió haciendo un gesto desdeñoso —Si desde los cinco años estás que no cagas por la chica. Ann esto Ann lo otro. ¿Te has fijado en lo adorable que es cuándo sonreía? — Le imitó con voz chillona — Además — me dirigió una mirada —a veces ni vosotros os dabais cuenta que tonteáis ¿a qué tengo razón?

Arrugué los labios. Esa endemoniada palabra. Tontear. ¿Qué significa eso?Con trece años llegué a pensar que hasta decir un inocente “hola” a un chico era tontear. Pero sinceramente no me había dado cuenta...¿Jake y yo tonteamos?

—No lo hacemos —Repliqué categóricamente sorbiendo un poco más de cafeína.

Teddy puso los ojos en blanco.

—Por supuesto que lo hacéis. Pero...¡hey! No ocurre nada. Sois adorables. —Arrugó la nariz sonriendo como hacía su hermano.

Jake suspiró cansado.

—No discutas Annie, no vas a parar en ningún lado. ¿Y tu casa?

Ella se encogió de hombros.

—Vine a traer la ropa sucia y a cenar ¿no me echabas de menos hermanito?— hizo un fingido puchero para a continuación reír.

Teddy era cuatro años mayor que nosotros, por lo que a sus recién cumplidos veinte vivía en un piso cercano a su universidad que se encontraba a una hora en coche de nuestra ciudad. Pero era costumbre que apareciese en su casa con un maletero de ropa sucia y un hambre insaciable. O al menos eso me contaba su hermano.

—No demasiado. De hecho estoy negociando por tu habitación —contraatacó el chico.

—No me hagas enfadar niño. Tengo ases bajo la manga.

Yo contemplaba su discusión como si de un partido de tenis se tratase.Una sensación de añoranza surgió en mi pecho. Yo apenas veía mi hermano y ese era el tipo de cosas que no teníamos.

Tampoco dos devora hombres en el jardín.

«Son perros Ann. Sólo perros.»

—Oh no sé como Jason te aguanta — Bufó el chico.

—Ni yo como Leslie es capaz de soportar tu inmadurez —Dijo la chica usando mi tercer nombre.

Jake bufó molesto al tiempo que se cruzaba de brazos. Se miraron con chispas saliendo de sus ojos antes de que Teddy sonriese cínicamente.

—Mejor me voy. Tendréis que hablar — la perversión de su voz en “hablar” hizo que las mejillas se me calentasen —Usa condón. No quiero un sobrinito tan pesado como tú.

Vale.Si mi cara era un poema la de Jake era para enmarcar. Siseó un insulto que no escuché cuando su hermana movió su corto cabello y se marchó riendo a carcajada limpia.

Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora