D A R C Y
Yo no podía procesar como el día anterior estábamos bien y tranquilos y ahora no dejaba de darme órdenes y regañarme.
─Ginnylle, entiendo que tengas problemas de aprendizaje o algo por el estilo, tranquila, no es tu culpa tener retraso madurativo, pero joder, ¿podrías bajarle el volumen a esa música?
Y volvemos a la normalidad.
─¿No te gusta? Cómprame auriculares, estás en tu descanso, ¿por qué no te vas y me dejas trabajar como yo quiero?
─Porque quieres mal.
Llevaba diez días trabajando con Evan y la convivencia se volvía insoportable. Evan esto, Evan aquello, Evan, Evan, Evan.
Seguí reproduciendo mi playlist de Mon Laferte sin dudarlo. Pa' dónde se fue era una buena manera de empezar el día, recordando a mi mamá, a mis exs, a mis gatos o a quién fuere.
Escuchaba canciones de dolidos sin estar dolida, obviamos la esquizofrenia.
Abrazando la escoba y bailando, por mi reojo vi el malestar de Evan, que pronto se convirtió en una segunda mueca, una que por mi movimiento no pude descifrar. Era como un ASMR en otro idioma.
Evan era un ASMR, ¿de qué mierda estaba pensando? Ojalá alguien me hubiera golpeado con una silla.
Paseé por toda la tienda, cantándole a todo pulmón a cada planta en macetitas, me le fregué a un mueble viejo que Evan había limpiado, oyendo su grito:
─¡Vas a limpiarlo tú en la tarde, Ginnylle! ─exclamó sin que yo le hiciera caso, estaba en mi momento. En mi cabeza yo estaba en un concierto. Lo vi de reojo otra vez.
Estaba sonriendo, muy poco, pero lo hacía mientras me miraba. Yo le seguí.
Me detuve cuando la canción paró, sintiendo la respiración agitada, con las manos arriba, en el aire, y mi cabello rosa por toda la cara.
En el fondo sabía que me veía bien, el secreto para una buena autoestima era creerlo, así que lo hice. Relajando mi garganta, me acerqué a la mesada que era para atender. Evan me miró directo a los ojos con los codos apoyados en ella, con los brazos al aire por haberse arremangado la camisa gris que tenía.
Ahora que lo pensaba, Evan tenía unos grandes brazos, no enormes, pero se notaba el ejercicio. Consideré pedirle su rutina.
Negué mentalmente, necesitábamos más confianza para eso.
─¿Y? ─le pregunté acomodándome el cabello─ ¿Qué te parece mi cantante favorita?
─Pues, la canción trata de un padre abandónico y del trauma que conlleva tenerlo, y lo bailaste como si fuera una canción del primer álbum de Britney Spears ─me levantó una ceja.
─Mentalmente estaba llorando por mi falso padre abandónico.
─Oh, vamos, eso no es cierto. Mentalmente eras Miley Cyrus en uno de sus últimos conciertos en los que perreó brutalmente con algún moreno rapero con rastas.
─Eres... Increíblemente específico ─mencioné─. ¿Fan de la cultura pop? No te veía así, Rojas.
Casi logro sacarle una risita. Evan no parecía malo desde ese ángulo de chico cerrado pero buena onda. Me descuidé un segundo pensando en él y tomó mi celular de mi bolsillo mientras yo estaba en mi trance.
«Estúpido Evan con sus estúpidos brazos descubiertos» pensé rápidamente.
─¿Qué haces? ─cuestioné. Él me levantó el dedo índice en indicación para que esperara, dejándolo casi en mi cara. Siguió con los ojos pegados al celular, con el entrecejo fruncido, casi concentrado.
Yo rara vez le ponía algún tipo de contraseña a mi celular, lo veía muy innecesario y una pérdida de tiempo. ¿Así cómo sería la primera en entrar a una notificación de un video nuevo de mi streamer favorito?
─Pongo buena música ─me lo devolvió y comenzó a sonar una canción de violín─. Sin ofender, pero ella no se compara a esto.
─¿Eres de esos vejestorios que escuchan clásica? Sí, ese es el Evan que esperaba.
Una guitarra eléctrica opacó al violín y una voz aguda de hombre comenzó a cantar. Justo después sonó una batería con un buen ritmo, y se unieron más voces.
¿Qué rayos...?
─Claro que no, qué asco ─quejó volviendo a arrugar las cejas─. Pero te presento a Mother Mother, la mejor banda que vas a conocer en tu puta vida, Ginnylle.
Hubo un rápido, otro lento y en un momento, mi mente flotó con la canción. Un coro hermoso empezó a hacerme imaginar, el cantante principal era maravilloso. Empezaron a alargar notas hasta que la música fue más rápido, haciéndome latir el corazón a su compás.
Otra vez lento, y luego elevó, era una mezcla de sensación. Más fuerte, más rápido, todo junto. El clímax de la canción.
Mis ojos fueron a Evan, quien movía la cabeza mientras anotaba algunas cosas en una libreta. Esa imagen de él con las pupilas dilatadas de solo imaginar la canción, distraído en su propia mente eran otra cosa.
Sonreí sutilmente. La canción terminó y ni siquiera me percaté. Él volvió a mirarme.
─Buena banda, ¿no? Esa es de mis favoritas. La más conocida es Hayloft Dos, pero yo siempre amaré Body.
─Es... ─tragué duro─ Está buena, sí.
Soltó una risita de boca cerrada con aires de superioridad, y ahí está el Evan de siempre.
─Aún así ─volvió a decir al cabo de un rato─, también me gustó bastante la que pusiste.
─¿Ah, sí? ─pregunté genuinamente confundida─ ¿Dirías que es mejor?
─No, tonta ─su sonrisa se borró, pero me seguía mirando con ojos brillosos─. Tenemos distintos gustos musicales, muy distintos, pero me pareció bonita y hasta bastante buena ─tomó la libreta e instintivamente vi el reloj, ya había finalizado su turno─. Me recordó algo.
─¿Un padre abandónico? ─bromeé.
Pero él no parecía estar bromeando.
─Una madre, pero sí, es la misma mierda ─asintió reconociéndolo sin sentimientos, mirando el techo─. Recuérdame arreglar ese bache en el techo, por favor. Suerte en tu turno. Nos vemos en tres horas.
Distraído, salió de la tienda por la puerta trasera sin dejarme despedirme, mientras yo recalculaba.
Al cabo de unos segundos, musité:
─¿Evan tiene mommy issues? ¡JODER, ERA OBVIO! ¡POR ESO LE CAEN MAL LAS MUJERES! Creí que solo era gay.
─¡NO ODIO A LAS MUJERES Y NO SOY GAY! ─lo escuché gritar a la distancia─ ¡Y no creas que ahora somos amigos, solo tengo un gusto musical superior al tuyo!
Y... ahí estaba el Evan de siempre.
Él... ¿Me había deseado suerte?
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Entre mis flores y tu atípica ira© | CARMESÍ #2 ✔
RomanceEvan Rojas es un hombre con una sola idea en su cabeza: Conseguir trabajar en la tienda de plantas del señor Guille y heredarla cuando él se jubile. ¿Por qué? Es sencillo: Evan tiene 7 hermanos que alimentar, un padre con el que no se lleva bien y u...