D A R C Y
Tener a un hombre en nada más que pantaloncillos inconsciente en SU habitación no era adecuado para una dama, o eso diría alguien que jamás estuvo en esa situación.
Cuando recibí el primer mensaje de Evan no me contuve y desperté a Ariela, prácticamente a los gritos, con preguntas como "RÁPIDO, ¿CUÁL ES LA DIRECCIÓN DE LOS ROJAS?" y "¿Crees que los pepinillos sientan atracción sexual?", entre otras.
Para cuando Evan me pidió desesperadamente que hiciera mi aparición, yo ya estaba a media calle de su casa con papas fritas, quita-esmalte, un kit de emergencias y una plantilla de testamento de Word 2016 impresa.
Háblenme de amistad.
Ahora estaba ahí, en su habitación, viéndolo sentado con la espalda contra la pared, aparentemente desmayado.
A rastras lo guié, bestialmente debo decir, hacia el baño, y puse su cabeza en su muy limpia ducha. Me dediqué a admirar ese cuartito un rato. Era de paredes blancas, cortinas con una tabla periódica gigante y productos de diferentes tipos pero de un solo aroma: menta.
Era exactamente como me lo imaginaba, joder. Puse su cabeza en la ducha y abrí la canilla. Pronto recibí respuesta.
Respiró fuerte y tosió pero despertó y me miró algo enojado. Cerré la llave.
Parecía estarme analizando mientras seguía apoyado sobre su lado derecho en el escalón de la bañera, y con la mano izquierda se quitaba lentamente el agua. Tenía el cabello despeinado. Sin mirarme, dijo calmado:
─Darcy, mi amor.
─¿Sí, Evan querido?
─Sí estás consciente de que esa no es manera de despertar a alguien desmayado, ¿cierto, princesa? ─me miró y asentí apretando los labios─ Bien, es bueno que lo sepas.
─Esperaba algo más...
─Eres una estúpida.
─Sí, algo más como eso.
Me agaché junto a él de todas maneras, tomando con ambas manos su cara, inspeccionándolo. Parecía agitado, asustado, sus pupilas estaban tan pequeñas, y aún así, cuando le pedí que me viera, se ensancharon. Sonreí: eso significaba que se estaba adaptando a la luz, o algo así vi en un post de Instagram.
─¿Quieres darme espacio? ─pidió tranquilo, pero no me miraba a los ojos. Creí que a la nariz, porque estaban abajo sus orbes.
─Claro ─me volví a poner de pie y fui de espaldas hasta la pared, descansando en ella. Pasaron unos segundos hasta que volví a hablar:─ ¿Evan?
─¿Sí, Darcy? ─dijo con la mirada en la nada.
─Cuando estés listo para hablar, estoy aquí.
Lo vi sonreír por un segundo. Inhaló por la nariz y asintió. Se puso de pie, me acerqué porque pensé que caería pero levantó la mano en signo de que me relajara, deteniéndose. Caminó dos pasos y entró en la bañera.
Abrazó sus rodillas, cerró los ojos y volvió a respirar.
─Estoy listo.
ESTÁS LEYENDO
Entre mis flores y tu atípica ira© | CARMESÍ #2 ✔
RomanceEvan Rojas es un hombre con una sola idea en su cabeza: Conseguir trabajar en la tienda de plantas del señor Guille y heredarla cuando él se jubile. ¿Por qué? Es sencillo: Evan tiene 7 hermanos que alimentar, un padre con el que no se lleva bien y u...