14 | Quizá quiero tener sexo salvaje

20 6 4
                                    

D A R C Y

Tomé la tanga y me imaginé con ella. Es un relativamente mal inicio de escena, pero para mí es el indicado.

La señora del puesto de la feria me veía con una ceja levantada.

─¿Se ha decidido?

─Un momento más ─dije y volvió a su revista. Ariela, a mi costado, tenía la vista perdida en la multitud─. ¿Tú qué prefieres, tanga o cachetero?

─Debes estar bromeando si crees que voy a hablar de mi ropa interior favorita en público ─volvió a mí, sonriendo un poco─. Elige una, tenemos más compras por hacer.

─Puedes ir a buscar las demás cosas, yo te alcanzo.

Pensé que se iría, pero rápidamente encontró otra cosa con la cual distraerse. «Típico de alguien con déficit de atención» pensé rodando los ojos. Había visto un piercing brillante en el puesto de al lado, y curiosamente Evan estaba viéndolo muy de cerca.

Ella me sonrió y asintió alegre, empujándome así como así al puesto.

Mi intromisión fue bienvenida.

─¿Me sigues ahora o qué? ─preguntó levantando una ceja.

O, bueno, quizás no tanto.

─No sabía que te gustaban los piercings, intuí que eras del tipo “No pongo accesorios en mi cuerpo” ─dije yo ignorando completamente lo que él me había dicho antes. Pronto, notó mis compras porque en mi mano aún habían dos tipos de bragas con encaje.

Una sonrisa bromista apareció en su rostro.

─Yo no sabía que ocupabas cachetero. Supongo que todos tenemos sorpresas ─volvió a la joya, era un piercing en forma de luna con una piedra roja en la punta inferior─. Y es para mi hermana. No me van los piercings.

─¿Entonces dirías que mi suposición inicial fue acertiva?

─Diría muchas cosas de ti, pero que eres acertiva, lo dudo mucho. Los de los pezones me tientan.

Por mínimo diez segundos la imagen de los pectorales de Evan con piercings adornándolos se apoderó de mi mente. Sé fuerte, Ginnylle, sé fuerte.

─También me gustan esos, me los pensaba hacer pero me asustan desde que vi el video de la chica con el nervio ─admití. Evan se mordió el labio inconscientemente y sus ojos fueron a parar arriba a la izquierda.

Según mi libro de lenguaje corporal (un video de instagram) confirmado por un doctor especializado (una adolescente de 17 años con 2k de seguidores), eso significaba que estaba imaginando.

─El de ella fue un caso específico, no creo que se te atore un nervio.

─¿Lo dices para verme con aros en los pezones?

─La tensión... ─escuché a Ariela decir detrás mío y automáticamente pensé «CIELOS ALGUIEN CÁLLELA».

─Lo digo porque si sale mal contigo, yo no me los hago, pero si sale bien le entro. Conviene que salga bien.

─Así que ahora soy tu conejillo de indias.

─Puedes ser mi conejilla, sí.

─La tensiónnn... ─volvió a decir.

Evan y sus ojos volvieron a mis compras, acercándose para murmurar con gracia mientras las señalaba:─ ¿Vas a pagar por esas bragas? Porque la chica del puesto te está mirando muy mal.

Pronto sentí el colorado subir por mi rostro. No caería tan fácil. Vergüenza era robar, no eso.

─Pues... No me decido, ¿tú qué me recomiendas en tu experiencia con ropa interior ajustada, Rojas? ¿Eres más de cachetero? ─bromeé.

«Podría ser» empezó a divagar mi mente, «Aunque parece más fruto del ejercicio que de un cachetero...»

Instintivamente moví mis ojos abajo, y me arrepentí al instante de mi mirada poco discreta.

─Prefiero vedetinas, son muy cómodas ─dijo pensativo─. No es broma.

─¿Los rumores de secundaria de que la razón por la que tienes buena figura es porque usas de molde ropa interior femenina son confirmados al fin?

─Mis hermanas se la pasan hablando de ropa cómoda en lugar de ropa sexy, pero depende de la ocasión, supongo ─se me acercó y rozó la tela con la yema de los dedos, como sintiéndola─. Esto podría irritarte y provocar candidiasis, ¿sabes?

─Te la pasas investigando sobre coños, ¿eh?

─Solo pienso que es útil saberlo.

Estiró el brazo buscando algo en los mostradores pequeños en exhibición y tomó una vedetina de algodón, suave y bonita, sin estampas, mirándola con atención. Casi al instante abrí los ojos con fuerza. Evan me estaba recomendando ropa interior.

O lo que era peor: Evan posiblemente me estaría imaginando con esa ropa interior.

O LO QUE ERA AÚN PEOR: ME IMAGINABA CON ESA ROPA INTERIOR SIN INTENCIONES VULGARES. Nada era peor que eso.

─¿En tu opinión profesional esta es la vedetina de mis sueños? ─pregunté bromista tomándola.

─En mi opinión profesional, es muy cómoda y bonita. Es perfecta, pero como no tengo coño no opino.

─Yo tampoco ─reí. Después caí en lo que dije─. O sea, sí tengo coño pero...

─Me agradas más cuando solo me acosas desde lejos. Suerte en tus compras, Ginnylle ─y salió de mi vista, con su sonrisa de lado, una ceja levantada y riendo por lo bajo.

Quedé con la vedetina en mano.

─¿Va a pagar por eso? ─dijo la dueña sacándome de mi nube. Yo rápido asentí.

Aún así, busqué una última vez a Evan en la multitud. Al final, mis ojos fueron a Ariela, quien me veía con la boca abierta.

─Se te va a caer la mandíbula.

─Te acaba de recomendar ropa interior que se te vería linda y cómoda.

─Elegir mi ropa interior en base a lo que quiere un macho es poco feminista de mi parte. Además, que crea que sabe más que yo sobre mis elecciones de ropa interior es mansplaining.

─Ibas a elegir una tanga de encaje. Eso no es para usar todos los días.

─Quizá quiero tener sexo salvaje y necesito una tanga de encaje.

Su sonrisa se ensanchó y la mía con superioridad fue borrada casi en un segundo.

─¿Con quién, Cycy?

Y no supe por qué el primero en aparecer en mi cabeza fue justamente él.

❀❀❀

Entre mis flores y tu atípica ira© | CARMESÍ #2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora